lunes, 12 de diciembre de 2011

Mírame a los ojos. #diferencia_T


Hoy he quedado sobrecogido al descubrir la verdad que esconde el axioma “la unión hace la fuerza”.
No queda otra opción que levantar los ojos, dejar las prisas y nuestra ignorante arrogancia tecnológica, y responder a la llamada del semejante que te dice:
Mírame a los ojos. Diferénciate.

Me adhiero con todas sus buenas consecuencias al movimiento y nada mejor para explicarlo que aquello que me lo ha explicado a mí.

Mírame, súmate!

Mírame, diferénciate es una iniciativa colaborativa que surge en la Red con la idea de traspasar la pantalla y provocar un gesto. Somos un grupo de profesionales, enfermeras, médicos, fisioterapeutas, economistas, pediatras, periodistas e informáticos, convencidos de que la calidad asistencial puede mejorar con pequeños gestos, como mirar a los ojos de las personas que atendemos. Nuestro origen es diferente pero tenemos dos nexos de unión: trabajamos en el campo de la salud y creemos en la fuerza de las redes sociales para generar y difundir ideas e iniciativas.
Una campaña de sensibilización dirigida a profesionales, usuarios y organizaciones sobre la importancia de mirarnos a los ojos, de compartir nuestras dudas, de intercambiar una expresión, de ponernos en el lugar del otro.
Pero todo esto no podemos hacerlo solos. Somos muchos, pero necesitamos ser muchos más. Cuantos más seamos, más se oirá nuestra voz, más intensa será nuestra mirada y más lejos llegaremos. Tú eres necesario para conseguir este cambio.
Queremos que este mensaje llegue al máximo número de personas que dedican parte de su tiempo a atender a otros. Si eres profesional de la salud, cuidador, paciente o representas a una Organización y quieres apoyarnos súmate y participa en www.diferenciate.org
Puedes difundir la iniciativa desde tu blog o web con los widgets que te ofrecemos y entre tus conocidos siguiéndonos en:
Si te unes, este mensaje llegará muy lejos y contribuirás a mejorar la atención que prestamos entre todos. Queremos que fluya por todos los centros, organizaciones, hogares e instituciones donde alguien sea atendido.
Porque sabemos que no todo es tecnología y que no podemos escondernos tras las pantallas, queremos acercarnos y fijar la mirada en lo esencial.

Por eso recuerda ¡te necesitamos a ti!

martes, 6 de diciembre de 2011

“No es lo mismo (Alejandro Sanz dixit)” o “El PAE y las 3 enes (por Barrio Sésamo)” Episodio III


Ya hemos comentado que el Proceso de Atención de Enfermería es un proceso de resolución de problemas, que tiende, cada vez más, a la consecución de objetivos.

Usamos el ejemplo de un día de lluvia para hacer comprender la esencia del proceso, pero los problemas que soluciona, o busca resolver, la Enfermería son menos prosaicos…y más complicados.

Es preciso, y creo que a nadie sorprenderá, que para resolver un problema tenemos que saber qué problema tenemos, vamos, casi, casi como el axioma de que para resolver un problema lo primero es reconocer que se tiene pero, ¿qué pasa si no tenemos claro qué problemas son aquellos que soluciona la Enfermería?

Habemus “problemam” que dirían en el Vaticano, pues hartos estamos de que se intente contestar a la pregunta “¿qué hacen las enfermeras?” para discernir las situaciones sobre las que hemos de actuar, en lugar de ¿qué podemos hacer las enfermeras por la salud de las persona, familia y comunidad? Kennedy se encontró en la misma tesitura con los jóvenes y la nación estadounidense y murió (lo mataron) en el intento.

Este quizá, fue el primer problema. Intentar definir una profesión y su campo de estudio a través de lo que hacen sus miembros.
Teniendo en cuenta que en cada recóndito lugar del mundo algunas enfermeras hacían más o menos cosas según la situación política, de posición de la mujer en relación al hombre o, simplemente, del nivel de desarrollo del país, se hizo imprescindible llamar a Houston para desahogarnos con la socorrida frase “Tenemos un problema”. Pero Houston no contestó.
Estaría en la Luna (no sé si de Valencia) o no aceptaría la llamada a cobro revertido. El caso es que teníamos, desde que Nigthingale decidiera limpiar el suelo y abrir las ventanas, un cúmulo de teorías y modelos de Enfermería, cada uno de su padre y de su madre (más madres que padres), metodológicamente incompletos en su Filosofía la mayoría y sobre los que pasamos, todas y todos, de aplicarles el falsacionismo popperiano que nos quitaría, con el esfuerzo necesario, varios de un plumazo.

Así que, nos encontrábamos, y encontramos, con varias formas de ver y entender la Enfermería, y ninguna explica nuestra fenomenología completa y satisfactoriamente, a lo que unimos que cada enfermero que tiene la cabeza sobre sus hombros tiene su propia imagen de su profesión y sus competencias. Esta última palabra volveremos a verla próximamente para chirriar de dientes de más de uno, o eso espero.

El caso es que, tras muchas vueltas enfermeras, en 1953, Vera Fry, utiliza el término Diagnóstico Enfermero, que viene a ser como el equivalente de los problemas o situaciones en las que la enfermera actúa y le sirve para enunciarlo, igualito que “ruina técnica” o “falla estructural” son diagnósticos arquitectónicos.

En los años 70 del siglo pasado se crea la Asociación Norteamericana de Diagnósticos Enfermeros (NANDA) cuyo objetivo será la clasificación de los Diagnósticos Enfermeros, definiendo éstos como:
“Juicio clínico sobre la respuesta de una persona, familia o comunidad frente a problemas de salud/procesos vitales reales o potenciales. El diagnóstico enfermero proporciona la base para la selección de las intervenciones enfermeras destinadas a lograr los objetivos de los que la enfermera es responsable.”

Existen más definiciones de diagnóstico enfermero, varias hacen referencia a la responsabilidad, capacidad, autorización y/o legalidad de la actuación o intervención enfermera. Y esto, si recordamos que aún tenemos pendiente la completa y satisfactoria estructuración del campo de estudio de la enfermería, unido a algunos momentos “oscuros” de subordinación a otras profesiones sanitarias, hace harto difícil delimitar donde acaba el campo enfermero y empieza el de otro profesional, aún cuando no perdamos de vista que los límites entre disciplinas son permeables, no límites exactos cual departamentos estancos.

Será en 1983 cuando Lynda J. Carpenito, haciendo, a mi modo de ver, caso omiso a la gran producción teórica enfermera, salvo quizás a Lydia Hall, enuncia las bases de su modelo bifocal (cual alumna aventajada de Tchin Tchin Afflelou) destinado a la práctica clínica, abriendo un cisma entre el ente mismo de la Enfermería como disciplina científica desde el punto de vista teórico y su práctica clínica. Un cisma que es co-responsable de la dificultad, incomprensión y casi imposibilidad de aplicación práctica del Proceso de Atención de Enfermería.

Será otro momento el idóneo para desarrollar el tema, pero, por bocetar algo sobre el tema, creo que es primordial indicar un error de bulto cometido en aquellos años (y aún ahora) y que se centra, influido notablemente por la omnipresente subordinación a los médicos en tiempos no tan antiguos, en el afán de hacer a la enfermera como única responsable de la consecución de objetivos. Nada más errado en las disciplinas de la salud que arrogarse responsable en primera y última instancia de un resultado cuando existen múltiples factores que no son modificables ni por la enfermera ni por ningún otro profesional que afectan a la consecución o no de los resultados esperados.

Esta visión de la disciplina no supone otra cosa que el tirar piedras sobre nuestro propio tejado y, su evolución a términos de “lo que la legislación de cada país permite hacer a una enfermera” frena repentinamente el desarrollo de la Enfermería y hace que se cuestione su realidad como ente científico a la vez que limita, hasta escalofriantes niveles, el campo de estudio enfermero haciéndonos “interdependientes” (constructo destructivo de nuestra disciplina, definiendo la RAE Interdependencia como “Dependencia recíproca” ¿?) que nos hace depender más del médico de lo que nunca lo estuvimos y ningunea el trabajo enfermero pese a que su intención original era promocionarlo.

Por ello me parece más idónea la propuesta de NANDA de cambiar la definición de Diagnóstico Enfermero, no por introducir los problemas de colaboración (flaco favor a la enfermería y el trabajo multidisciplinario y que solicitó mi amiga Carpenito), a los que siempre NANDA ha sido ajena, sino porque acierta de pleno al especificar que la enfermera (ni nadie) no puede, siempre, controlar todas las variables que intervienen en la consecución de resultados de salud y porque define mejor los ámbitos en los que la disciplina enfermera interviene.

"Un diagnostico de enfermería es un juicio clínico que formulan las enfermeras sobre las respuestas del individuo, la familia o la comunidad a las afecciones o procesos vitales. A tenor de dicho juicio, la enfermera será responsable de la monitorización de las respuestas del cliente, de la adopción de decisiones que culminaran en un plan de cuidados, y de la ejecución de las intervenciones, incluyendo la colaboración interdisciplinar y la derivación del cliente si fuera necesario. La enfermera será total o parcialmente responsable de la consecución de los resultados deseados".

¿Puede un país poner topes legales (y competenciales) al desarrollo de la Ciencia más allá de la Ética y la Deontología? La respuesta es no y en nuestro país la única legislación que lo hace, en relación a la Enfermería, es la vulgarmente llamada Ley del Medicamento que deja fuera del ámbito de la disciplina enfermera lo relacionado con fármacos y productos sanitarios, quizás como maniobra defensiva de una disciplina, demasiado influyente, que ve amenazada su posición omnipotente y omnipresente ante el, aún ínfimo, avance de la disciplina enfermera. La legislación que habla de competencias lo hace en términos generales y no limitando nada que no haga la Deontología y la Ética.

Sin embargo, no toda la Enfermería tiene clara la respuesta. Carpenito, AENTDE, Luis Rodrigo… no dudan en ponerle puertas al campo y hablar de competencias legales, llegando incluso a sugerir que ante un EKG patológico, la enfermera no tiene capacidad de actuación si no es como obediente ayudante del médico o, a falta de éste, seguir las indicaciones de un protocolo como vulgar (perdonen la expresión) cocinilla que sigue con el dedo los renglones de la receta para freír un huevo. Y yo pregunto ¿si el enfermo se muere al ponerle una medicación a la que sabíamos previamente que era alérgico?, ¿cumplimos condena interdependientemente  o por la parte que como enfermeras nos toca realizar en equipo multidisciplinar y no haber comprobado las alergias porque el médico lo había prescrito y “Como yo interdependo”?

Pero volvamos a la NANDA , que de eso trata esta entrada.

Sabemos que no es la única taxonomía diagnóstica enfermera, pero sí la más extendida en la geografía mundial y, posiblemente la más completa.

Uno de sus puntos fuertes es la enunciación de los Diagnósticos Enfermeros con el formato PES (Problema (etiqueta diagnóstica)-Etiología (Factores relacionados)- Signos y síntomas (Características definitorias)) que permite soportar la construcción del resto del Proceso de Atención de Enfermería.

La existencia de varios tipos de diagnóstico (real, riesgo, posible, de salud o bienestar) permite abarcar la totalidad del ámbito de actuación enfermero, tanto en la salud como en la enfermedad (hasta que cualquier motivo nos separe), así como la codificación para implementar su registro informático es elogiable.

Sin embargo existen muchos aspectos negativos como la no estandarización de las etiologías y factores de riesgo y los signos y síntomas (que ya está realizando el Observatorio de Metodología Enfermera de la Fundación FUDEN), la inexistencia de validación científica de la inmensa mayoría de los diagnósticos o el lenguaje poco conciso y claro de la taxonomía que se ve acrecentado por las traducciones. Por no hablar de derechos de autor y paso por caja para su instalación y uso informático.

El atribuir la terminología de determinados procesos vitales o síntomas y signos a la ciencia médica en exclusividad o confundir éstos con diagnósticos médicos pueden ser importantes factores etiológicos de la enrevesada y, a veces, imprecisa taxonomía NANDA.
¿La hipoglucemia es una enfermedad? ¿Y una hemorragia? ¿Son signos y/o síntomas y por sí mismos una respuesta humana (aunque nadie sepa que significa realmente respuesta humana)? ¿Pueden ser consecuencia de una enfermedad o no y no son exclusividad, por ende, de la Medicina?

La falta de un modelo teórico enfermero asumido por la mayor parte de los enfermeros y la no validación o falseamiento de las teorías enfermeras hacen que la nomenclatura NANDA sea incapaz de definir totalmente sus propias características y, mucho menos, lo que debe nombrar. Por ello encontramos diagnósticos de Déficit de autocuidado que nos remiten a Orem, Perturbación del Campo de Energía, deudatario de Rogers (que no de Yoda), la falta de conocimiento hendersoniana que subyace bajo el diagnóstico de Déficit de conocimientos y, así, uno a uno, podemos hacer un repaso a la mayoría de las teorías y modelos de las enfermeras anglosajonas (con la preeminente presencia de Gordon y sus Patrones Funcionales transformados en Dominios para la NANDA), convirtiendo la taxonomía en un cajón de sastre donde es imposible clasificar nada y donde se obtiene, como principal resultado, la evidencia de que es imprescindible desarrollar un modelo y unas teorías que liguen, cual emulsión de aceite con el agua del huevo, y nos permitan obtener la mayonesa, con la que podamos condimentar y hacer más “ingeribles”, sin riesgo de aspiración alguno, los diagnósticos enfermeros.

Como se dijo en otra entrada, estamos empezando, con tal vez demasiados frentes a la vez, pues estamos poniendo algunas paredes sin haber terminado o, al menos consolidado los cimientos, a desarrollar la Disciplina Enfermera. De momento vamos tirando y comenzamos a clasificar problemas que resolvemos (total o parcialmente) los enfermeros, pero debemos tener claro que cuando terminemos los cimientos, es posible que haya que tirar la mayor parte de las paredes levantadas.
Pero con buenos cimientos, algo podremos salvar y construiremos más deprisa.

Lamento que quizás esta entrada no esté al nivel de las dos predecesoras en la saga metodológica y su extensión haya provocado un Déficit de actividades recreativas, pero primaba evitar la aparición de Confusión Crónica y que no pudiéramos actuar sobre ella. Espero que hayamos podido evitarlo.

miércoles, 30 de noviembre de 2011

“No es lo mismo (Alejandro Sanz dixit)” o “El PAE y las 3 enes (por Barrio Sésamo)” Episodio II

“Y se dijeron unos a otros: Vamos, hagamos ladrillo y cozámoslo con fuego. Y les sirvió el ladrillo en lugar de piedra, y el asfalto en lugar de mezcla.
Y dijeron: Vamos, edifiquémonos una ciudad y una torre, cuya cúspide llegue al cielo; y hagámonos un nombre, por si fuéremos esparcidos sobre la faz de toda la tierra.
Y descendió Jehová para ver la ciudad y la torre que edificaban los hijos de los hombres.
Y dijo Jehová: He aquí que el pueblo es uno, y todos estos tienen un solo lenguaje; y han comenzado la obra, y nada les hará desistir ahora de lo que han pensado hacer.
Ahora, pues, descendamos, y confundamos allí su lengua, para que ninguno entienda el habla de su compañero.
Así los esparció Jehová desde allí sobre la faz de toda la tierra, y dejaron de edificar la ciudad.” (Génesis 11, 3-8)

El anterior episodio dejó claro que realizamos, todos los enfermeros, el Proceso de Atención de Enfermería día sí y día también, sin embargo no siempre somos conscientes de ello, ni nosotros mismos ni el resto de las personas, sean enfermeros, otros profesionales, gestores o políticos. El motivo es que no lo registramos y sí lo hacemos no todos lo entienden.
Por otro lado, una consecuencia lógica del castigo divino en Babel.

Pero fíjate tú por dónde, que el hombre mató a Jehová, o al menos lo hirió, en torno a finales del XIX y principios del XX, con un arma llamada Nietzsche, y en plena batalla nació el “superhombre”, que no es Clark Kent, y decidió autolevantarse los castigos impuesto por Jehová y acabar con su reinado de terror e ignorancia.

Y algunos enfermeros se dijeron unos a otros: Vamos, hagamos preguntas sobre el Cuidado y la Enfermería (y sobre el Proceso que llevamos a cabo para resolver los problemas) y hagamos ensayos clínicos aleatorizados…bla, bla, bla, que nos permitan adquirir el mayor conocimiento científico basado en la evidencia.
Y dijeron: Vamos, edifiquemos una Disciplina Científica que crezca hasta límites insospechados y sea la misma aunque estemos esparcidos sobre la faz de la Tierra.

Y comenzaron a construir la Disciplina Enfermera, pero no avanzaban al ritmo que esperaban, porque no todos los ladrillos para construirla eran iguales, porque cada enfermero usaba distintos materiales para crear el ladrillo y era una tarea ardua y fatigosa encontrar ladrillos que casaran y permitieran construir la Disciplina. Y no podían hacer unas instrucciones para hacer todos los ladrillos iguales porque un enfermero no entendía al otro.

Y Jehová reía porque su castigo de confundir los lenguajes era útil e impedía que los enfermeros avanzaran rápidamente en la construcción de la Disciplina enfermera.
Y los enfermeros desesperaban porque llevaban demasiado tiempo intentando construir los cimientos.

Pero algunos enfermeros recordaron el castigo y dijeron “Tengamos un sólo lenguaje y seamos un solo pueblo y continuemos construyendo lo que hemos iniciado, y nada nos hará desistir ahora de lo que hemos pensado hacer”.

Y, poco a poco, comenzó a desaparecer el efecto del castigo de la confusión de lenguas que no nos permitía trabajar juntos.

Desde aquella lejana década de los 70 del siglo XX, en que se forjó la idea de un lenguaje común que nos permitiera comunicar a los demás nuestros PAEs, hasta ahora, se ha recorrido un largo camino y tenemos esbozados unos lenguajes para diversas fases del Proceso de Atención de Enfermería (los ladrillos, por si alguien no ha pillado aún la metáfora).

Para el diagnóstico hablamos en lenguaje NANDA.
Para la planificación (objetivos e intervenciones) hablamos lenguaje NOC y NIC.
Para la ejecución hablamos lenguaje NIC.
Para la evaluación hablamos lenguaje NOC.

Sí, sabemos que falta la Valoración, pero ahí, aunque haya alguna relación con la NANDA,  ya nos metemos en cosas más grandes tipo Modelos y Teorías que también tendremos que tratar en algún momento porque sin ello nada, el PAE no tiene razón de ser ni sustento sobre el que alzarse.

Y los tres lenguajes (como Santísima Trinidad) se han mezclado (y se refuerzan entre ellos) y crean un ladrillo común, pero dinámico y maleable que sirve para construir (o escribir) cada hilera del futuro de la Disciplina enfermera.

Pero estos lenguajes están en su primera fase y deben ser mejorados.
Mediante la investigación han de ser validados para que construyan, sin género de dudas, los ladrillos más fuertes posibles. Hay que verificar que sus ingredientes, los componentes que los conforman, son estables, sólidos y coherentes dentro del ladrillo.

Y Jehová cada día pierde más batallas y ya no ríe tanto, porque los enfermeros, aún de forma rudimentaria, hablan un mismo idioma que les permite casar datos, compararlos… y les ayudará a avanzar en la construcción de la disciplina a través de la unificación de la forma de registrar y comunicar los PAEs a otros enfermeros.

Empezamos a ser un sólo pueblo, fuerte, que cree cada vez menos en cuidados de origen milagroso (verbi gracia, “porque siempre se ha hecho así”) y en mandatos divinos y se aboca a una práctica basada en la evidencia científica.
Y la Ciencia la ha tenido Jehová siempre como enemigo.

Pero creo que es conveniente y necesario hablar de los ingredientes, de su estado actual, de cómo mejorarlos aunque para ello haya que desechar algunos.
Es importante hablar de los lenguajes en que transcribimos nuestro quehacer diario (el Proceso de Atención de Enfermería) y, por ello, los siguientes episodios se centrarán en cada uno de ellos y, con la NANDA, la NIC y la NOC, se nos quedará corta la trilogía.

lunes, 28 de noviembre de 2011

“No es lo mismo (Alejandro Sanz dixit)” o “El PAE y las 3 enes (por Barrio Sésamo)” Episodio I


Todos los enfermeros que en el mundo (bueno, quizás, una parte del mundo) somos, hemos escuchado hablar de los lenguajes estandarizados enfermeros, de la NANDA, de la NIC, de la NOC y de sus códigos que facilitan la informatización y alguna vez (no uso el plural “algunas veces” porque luego todo se sabe) los hemos odiado tanto o más que a la maldita ocurrencia de meter los “actos impuros” en el más famoso decálogo de prohibiciones de la Historia (y que sólo sirve para torturar mentes en proceso de maduración). Lamento si a alguien he ofendido con esta verdad.

Me centro y sigo con las enes, que son tres, como las hijas de Elena.

Un error común y que ofusca a muchos enfermeros que llegan a negar su propio trabajo como resultado de una metonimia extrema en la que confundimos e igualamos el lenguaje al proceso. Es decir, confundimos el coche con su color o la velocidad con el tocino, para ser más prosaicos y campechanos cual monarca democrático, por muy antónimos que sean uno de otro.

La gente, de los enfermeros seguimos hablando, confunden el lenguaje estandarizado NNN con el Proceso de Atención de Enfermería (Proceso enfermero dicen que es más moderno) y como odian, o no entienden, lo uno, afirman no realizar ni querer ver ni en pintura lo otro.

Y se engañan porque no son lo mismo, por muy vinculados que estén, tanto que uno forma parte del otro.


A ver si puedo, al menos esbozarlo, en dos entradas (aunque me gustaría que fuera trilogía cual saga “jolivudiense”).

El proceso enfermero lo realizamos cada uno de nosotros todos los días en nuestro trabajo, pues no es otra cosa (y no estoy descubriendo América por tuberías y si es así…¡Apaga y vámonos!) que la resolución de problemas (en nuestro caso de la persona, la familia y la comunidad) .

Es lo que hacemos, estudiamos la situación, que viene a llamarse valoración, y llegamos a una conclusión, el diagnóstico o juicio clínico, sobre la realidad que estamos analizando.

Un día cualquiera, nos asomamos a la ventana y vemos que hay nubes negras y cae agua de ellas, analizamos los datos (VALORAMOS cuánto llueve, si hay viento, si hay claros en el cielo…) y damos con el DIAGNÓSTICO “¡Está lloviendo!”. Es un PROBLEMA porque quiero salir aunque llueva y no quiero mojarme.

He ahí mi OBJETIVO, o mejor, el RESULTADO que busco: Salir de casa y llegar a donde quiero ir mojándome lo menos posible”, así que cojo mi dilatada experiencia en un mundo donde llueve y PLANIFICO lo que voy a hacer con el resultado que busco en mente y decido que lo mejor sería coger un paraguas y, en lugar de ir en mi coche que siempre me toca aparcar lejos de donde voy, es mejor ir en autobús, que me deja cerca de mi destino y no cuesta mucho (tenemos que gestionar correctamente los recursos).

Una vez decidido no queda otra que actuar, así que EJECUTAMOS (que suena a mercenario de la Edad Media y mola mucho) y hacemos, paso por paso, lo planificado.
Cogemos el paraguas, el dinero para el autobús y antes de salir a la calle abrimos el paraguas y llegamos a nuestro destino.
Ya sólo nos queda ver si hemos cumplido nuestro objetivo (alcanzado el resultado) que planificamos y EVALUAMOS lo mojados que estamos y si es menos o más de lo que pensábamos que nos íbamos a mojar. Hubieramos conseguido el resultado propuesto o no nos sirve para la próxima vez que tengamos el mismo problema y para decidir si hacemos lo mismo o cambiamos la estrategia.

Esto lo hacemos todos los días en nuestro trabajo (usemos el lenguaje que usemos), ayudamos a solucionar problemas enfermeros o, al menos lo intentamos, ¿no?

En cuanto a los odiados lenguajes NANDA, NOC y NIC…¿no habéis leído que iba a comentarlo en otra entrada?

sábado, 26 de noviembre de 2011

Premios enfermeros. Los BJN AWARDS 2012

La revista de Enfermería British Journal of Nursing organiza los BJN Awards 2012 para reconocer el inmenso talento, profesionalidad e innovación en el campo de la Enfermería.

Las candidaturas a los galardones, que pueden ser tanto por un trabajo personal o como integrante de un equipo han de ser propuestas por el profesional mismo o por su encargado o supervisor.
La fecha límite para presentar candidaturas es hasta el 27 de Enero de 2012 y pueden realizarse AQUÍ


En la ceremonia de los galardones BJN, que se celebrará en Londres el  de Marzo de 2012, se entregarán premios a enfermeras por sus trabajos en las siguientes categorías:

-          Continencia
-          Dermatología
-          Innovación
-          Terapia intravenosa
-          Linfedema
-          Neurociencia
-          Enfermera del Año
-          Oncología
-          Viabilidad tisular
-          Salud de la mujer
-          Premio a toda una carrera profesional
-          Hematología
-          Salud Mental
-          Prevención de la infección
-          Nutrición
-          Otros

Hace unos días en este blog se hablaba de los enfermeros referentes y la necesidad de que sean reconocidos por la profesión AQUÍ . En torno a ello, considero importante la existencia de los BJN Awards y, desde aquí, propongo que se inste a los enfermeros españoles a que presenten su candidatura.

jueves, 24 de noviembre de 2011

Gracias por llegar en el peor momento


Hoy la entrada va a ser muy corta.
Hoy sólo quiero dar las gracias a todas aquellas personas que, sin quererlo, te insuflan, cual dios creador, ánimo y te hacen ver que vas por el camino correcto.

En el maremágnum enfermeril de decenas de modelos de atención (de cuidados no creo que haya muchos), de cientos de visiones de nuestra función y valía, de los miles de palos que encuentras en las ruedas mientras vas a donde crees que debes estar como miembro de esta profesión y que han sido puestos (los palos) tanto por gente ajena y lejana desde su altivo trono de ignorancia como por (y eso sí duele) gente mucho más cercana, apreciada e incluso querida que pensabas que remaba en tu misma dirección, en ocasiones veo muy lejano y oscuro el futuro. Tentado he estado de decir “muertos”.

Pues eso, que te doy las gracias por aparecer en esos momentos en que deseo tirar la toalla e insuflarme de nuevo ganas de luchar por mi Profesión, con mayúsculas, que para eso es la mía.

No mires para atrás. Estas gracias son para ti, que estás leyendo esto.

miércoles, 23 de noviembre de 2011

Cuando el tiempo se escapa


Todo aquel enfermero que haya trabajado en una unidad de hospitalización podrá corroborar que son muchas las ocasiones en las que la carga de trabajo de la enfermera es tan importante que no puede hacerse todo lo que se quisiera y, en ocasiones, se tiene la sensación de pasar poco tiempo con el enfermo.

En nuestro desfasado modelo biomédico la carga de trabajo de la enfermería de planta se circunscribe, en un alto porcentaje a tareas delegadas. O eso es lo que parece.

La toma de constantes, el control de la glucemia capilar, los cuidados de los accesos venosos…suelen considerarse tareas delegadas o con el, para mí eufemismo, manido nombre de tareas interdependientes o de colaboración. Cuestión que por sí sola ha de dar para varias entradas. No niego la existencia de tareas delegadas, cuyo máximo exponente es la administración de medicación, pero la idea de interdependencia es, para mí, otro cantar.

La presencia, en los tratamientos médicos, de indicaciones como “Control de constantes por turno”, “Cura de la herida quirúrgica” o, incluso, “Cambios posturales”, pueden haber generado, aún en enfermeras de formación universitaria, la identificación de esas actividades como propias de la medicina y delegadas por ésta a la enfermería.

El seguimiento de algunas de estas indicaciones (que en más ocasiones de las que pensamos son producto de un listado memorizado por el médico) que aparecen, tratamiento a tratamiento, ya se trate de un enfermo en el postoperatorio o de una persona con lumbalgia, consume una gran cantidad de tiempo de la enfermera.

¿Cuánto tarda el enfermero en tomar la tensión arterial a sus pacientes, en mi entorno entre 12 y 18, en cada turno? ¿Precisan todos los pacientes el control de constantes cada 8 horas?

La justificación de tomar las constantes con mayor o menor frecuencia reside en el criterio del enfermero, que es el que monitoriza y actúa sobre las respuestas de la persona a distintas situaciones.

Para poder decidir, claramente, los cuidados que debemos prestar es fundamental definir el problema y los diagnósticos enfermeros y la taxonomía NANDA son, a pesar de continuar presentando numerosos problemas y bastantes posibilidades de mejora, una buena herramienta para planificar y registrar nuestro trabajo (junto a las otras taxonomías NIC y NOC).

No es lo mismo tomar las constantes vitales por un “riesgo de sangrado” con la intervención prevención de hemorragia, en una persona en las primeras 24h de la realización de una cirugía abdominal, que hacerlo por un “riesgo de caídas r/c toma de medicación antihipertensiva” que depende, muy mucho de qué tipo de medicación, dosis, hora de administración y tiempo que la persona esté tomando dicho fármaco se trate.

También será importante valorar la toma de constantes y su frecuencia en un “exceso de volumen de líquidos” como consecuencia de una insuficiencia renal crónica y será en relación, por ejemplo, a la intervención enfermera “monitorización de líquidos”.

Lo que está claro es que el proceso enfermero ha de servirnos para planificar las actividades y para justificar nuestras actuaciones y puede liberar parte de nuestro precioso tiempo para realizar actividades que, actualmente, no podemos porque, con una ciega obediencia propia de siglos anteriores, lo perdemos en realizar una actividad con una frecuencia superior a la necesaria porque “el médico lo ordena”.

Es necesaria por tanto la investigación para descartar costumbres que fomentan la realización de intervenciones o actividades cuyo único resultado es la pérdida del valioso tiempo del enfermero y la no posibilidad de realización de otras intervenciones que sí pueden producir cambios sustanciales en el estado (resultado) final del paciente.

Es imprescindible que, de una vez por todas, basemos nuestras acciones en el método científico y desterremos al exilio más lejano el omnipresente “porque aquí siempre se ha hecho así”.

viernes, 18 de noviembre de 2011

¿Oportunidad en tiempo de crisis?

Desde que comenzó la crisis nos bombardean cada día con la insostenibilidad y el mal uso del Sistema Sanitario español.

Los mass media y algunos sectores de la sociedad exponen el problema en una sola dirección, la masificación y mal uso de los recursos sanitarios que elevan el gasto farmacológico y tecnológico.
La culpa es del ciudadano. Hagámosle pagar por cada servicio y se habrá solucionado el problema. Se nos olvida que el Sistema Nacional de Salud se financia con los impuestos de todos los ciudadanos, pero para algunos no es importante recordarlo.

También se olvida que gran parte, la mayoría, de la responsabilidad del incremento del gasto sanitario corresponde a sus gestores. Desde el Ministerio de Sanidad al último trabajador que debe tender a la eficiencia, pasando por consejeros, gerentes, directores, subdirectores…

Muchos usuarios de los Servicios de Salud españoles se limitan a hacer lo que se ha inculcado desde el sistema biomédico o medicalizado actual.

La prevención mediante fármacos (incluso de dudosa eficacia en comparación con los riesgos);  la consulta en el Servicio de Urgencias Hospitalarias (cuando no se moviliza al Sistema de Emergencias, incapacitando a las unidades de SVA, para acudir a una verdadera Emergencia) por un simple síncope de segundos de duración; la desinformación, (a veces pienso que interesada) de los verdaderos síntomas por los que acudir a un servicio de Urgencias y la cada vez más creciente práctica de la conocida como Medicina Preventiva (que acaba ingresando, con el gasto consecuente, durante meses, a personas que podían continuar en su domicilio por el mero hecho de que la familia lo exige porque “no aguanta más a la vieja”, se fomentan desde el propio Sistema de Salud.

Las personas se han convertido en pacientes tecno y farmacodependientes, llegando a forzar a su médico la solicitud de pruebas de imagen, laboratorio o prescripción de fármacos “por si acaso”.
O se llega al extremo de alimentar por vía enteral o parenteral a un enfermo terminal, ya agonizante, al que no se le retira la nutrición hasta después del exitus. La cuestión es alargar la vida, incluso después de que ya no quede mecha para mantener la llama viva. ¿Qué más da que se traduzca en un aumento descomunal del gasto por aparición de problemas iatrogénicos como infecciones por bacterias resistentes o por el mero hecho de estar utilizando los recursos de una hospitalización?
Pero desde hace medio siglo no es “cool” tener al moribundo en casa, no sea que se traumaticen los familiares por ver un proceso natural. Los, hasta ayer, factores de riesgo se definen hoy como enfermedades y aparecen en la Clasificación Internacional de Enfermedades (CIE), como parece haber sucedido con la hipertensión.

El debate está en la mesa desde hace muchos años, un interesante documento sobre los devastadores efectos de la medicalización y su relación en el aumento del gasto sanitario se publico ya en 2003 y se reeditó en 2007 AQUÍ . Muchos más siguen publicándose avisando de los riesgos de la imparable medicalización. AQUÍ

La gestión de la Salud desde el modelo medicalizado, que etiqueta todo proceso vital como patología o amenazando con la aparición de una, sólo puede tener réplica con una gestión centrada en la persona, no en su patología.
Un Sistema Sanitario que permita a las personas vivir de la mejor manera posible los normales procesos vitales, la adolescencia, la senectud, la respuesta a una pérdida significativa, aprender a controlar la diabetes y prevenir sus efectos adversos con una actitud vital, una conducta de salud, y utilizar la farmacología como colaborador para conseguir el resultado esperado, no como principal tratamiento, ha de ser la alternativa.

Sólo una profesión sanitaria puede promover y llevar a buen fin el cambio de gestión, de mentalidad y de finalidad del Sistema Sanitario: la Enfermería. Sólo ella tiene las herramientas y los recursos humanos para conseguirlo.

Desde que las enfermeras comenzaron a gestionar recursos han demostrado en incontables ocasiones que es posible obtener buenos resultados con menos gasto.

La crisis económica actual expone ante la radiante luz del día los importantes problemas de gestión de los Sistemas Sanitarios, permitiendo buscar soluciones y una de ellas puede ser situar más enfermeras en los puestos de gestión y decisión.

Sin embargo, la medicalización avanza más imparable que nunca en algunos lugares, quizás temerosa de estar dando sus últimos coletazos, como denuncia SATSE que ocurre en la Región de Murcia. AQUÍ

Tras 34 años como profesión universitaria, la Enfermería empieza a tener claro que está preparada, como nadie para gestionar los recursos sanitarios y no va a dejarse pisar tan fácilmente como hace algún tiempo. Ya hemos perdido la cofia y, con ella, los carteles que nos mandaban callar.

jueves, 17 de noviembre de 2011

De enfermos y pacientes

Las dos grandes Disciplinas Científicas (tanto en número de profesionales como en amplitud de su campo de estudio) relacionadas con la Salud (recordemos que, actualmente, salud no se define como lo contrario a enfermedad) del hombre  son la Medicina y la Enfermería.

La primera de ellas se define en base a las “enfermedades” (procesos en los que, en el siglo pasado, se adjuntaron las alteraciones que trataba la Cirugía), ya sea para su curación o su prevención.
La Medicina se ha caracterizado siempre por realizar su trabajo con fármacos.
No en vano, Medicina proviene de la unión de las palabras latinas Mederi (curar, tratar)  y el sufijo latino –ina que significa “sustancia”, es decir Medicina es la “sustancia que trata, que cura” (lo mismo que actualmente significa medicina/medicamento) y la persona que la usaba se llamó médico.
Parece, pues, que la herramienta que usaba el médico acabó nombrando a la Disciplina.

La Enfermería, por su parte, encuentra su razón de ser en el cuidado del ser humano para alcanzar su correcta adaptación al entorno promoviendo las conductas y acciones adecuadas, utilizando las sustancias y productos adecuados, o, incluso realizando la enfermera las actividades que la persona no puede llevar a cabo por sí misma y, promoviendo, la progresiva recuperación de la fuerza que le permita autocuidarse.

No en vano, Enfermería se construye con la palabra latina Infirmitas (enfermedad) y el sufijo –ería, que designa profesión o lugar donde se almacena algo. Enfermero tiene el mismo origen, pero con el sufijo –ero, que implica persona que se dedica a una profesión.

Por tanto, la Enfermería tiene su razón de ser en la enfermedad (infirmitas), procediendo esta del prefijo latino IN- (no, sin) y de la palabra latina FIRMITAS (firmeza, estabilidad, constancia, seguridad, fortaleza).
Así, podemos ver que, en su origen, la palabra enfermo designaba a la persona que no posee fuerza, constancia, seguridad, que es o está débil, pero no implica existencia de patología.
¿No es demasiado similar a la persona que tiene falta de fuerza, de conocimiento o de voluntad?

En latín, la infirmitas era antónimo de Salus (salud) que significa, incluso ahora, “estado en que el ser orgánico ejerce normalmente todas sus funciones”, por lo que el anciano que no puede lavarse por sí mismo, era un infirmus (enfermo) y lo atendería la enfermera ¿quién si no?

En la antigüedad, la persona que trataba el médico, se denominaba patiens, del griego pathos (sufrimiento, daño), que da nuestro vocablo paciente (Persona que padece física y corporalmente, y especialmente quien se halla bajo atención médica) y el inglés patient.

Está pues claro que la enfermedad de la que se ocupa la Enfermería, previéndola, curándola y paliando sus efectos en la persona, no es la misma que la “enfermedad” (patología) de la que se ocupa la Medicina.

No es difícil discernir que la debilidad que producen las patologías llevó a darle el nombre de enfermedad a los procesos patológicos. Y si había debilidad (en persona sana o con patología), ahí se encontraba la Enfermería.

Por ello debe ser que existen en latín dos palabras con el mismo significado (curar), estas son Mederi y Curare (curar, ocuparse de, tratar), de la que surgirán la española Cuidar y la inglesa Care.

No deja de ser curioso que el Médico trate al paciente (doliente, sufridor) y se centre en su patología y la prevención de ésta y la Enfermería al enfermo (débil, sin fuerza, constancia o seguridad), fomentando el mantenimiento, la mejora o la recuperación del funcionamiento normal del organismo (la salud, el autocuidado).

Imagen: La atenta enfermera. Jean Baptiste Simeon Chardin

miércoles, 16 de noviembre de 2011

LEY de la ampliación al ABSURDO

No puedo dejar sin comentar algo de un retazo de realidad, tan cortante y ofensivo a la Enfermería, que ha provocado que la sangre enfermera se derrame, inquisitiva y coherente, en forma de discursos pidiendo cordura en los diversos foros de intercambio de opiniones y pensamientos con los que cuenta la Enfermería.

No hablo de otra cosa que del Proyecto de Real Decreto por el que se regula la indicación, uso y  autorización de dispensación de medicamentos y productos sanitarios de  uso humano por parte de los enfermeros
El proyecto sigue la estela de la legislación precedente de la que es feudataria (Ley 29/2006 y su modificación mediante la Ley 28/2010).


Toda esta legislación se centra en la necesidad, según el Gobierno, de que los enfermeros deben ser acreditados para usar, indicar y autorizar la dispensación de medicamentos y de productos sanitarios de cualquier tipo, algo que hacen en su práctica diaria día sí y día también.
Pero no queda ahí la cosa. Ignorando, conscientemente o no, que los planes de estudios de Enfermería constan de una formación importante en Farmacología, exponen la necesidad de realizar un curso para conseguir la acreditación.

Leyendo el documento se verifica, con cada línea, como el Gobierno ha sido capaz de realizar una legislación que alcanza el súmmum de lo absurdo.

No queda pues, otro remedio que enfocar esta entrada haciendo una especie de reducción al absurdo o mejor dicho, demostrando la absurdez de lo recogido en los documentos referenciados anteriormente.

-         Si la Física es una Disciplina Científica y tiene Disciplinas auxiliares, como la Estadística y la Física que utiliza en su aplicación práctica.
-         Si el Plan de Estudios de Arquitectura incluye una asignatura de Física (Fundamentos físicos de la Arquitectura)
-         Si para resolver un problema arquitectónico (por ejemplo, construir un puente) el arquitecto utiliza, de forma autónoma sus conocimientos de Física adquiridos en su formación universitaria.
-         No necesita acreditación extraordinaria ni realización de cursos sobre Física para realizar su trabajo.

Entonces, podemos deducir que:

-         Si la Enfermería es una Disciplina Científica y tiene Disciplinas auxiliares, como la Estadística y la Farmacología que utiliza en su aplicación práctica.
-         Si el Plan de Estudios de Enfermería incluye una asignatura de Farmacología.
-         Si para resolver un problema enfermero (por ejemplo, curar una úlcera por presión) el enfermero utiliza, de forma autónoma, sus conocimientos de Farmacología adquiridos en su formación universitaria.
-         No necesita acreditación extraordinaria ni realización de cursos sobre Farmacología para realizar su trabajo.

¿Entonces alguien puede entender lo que dice en las dos leyes y en el proyecto de Real Decreto sobre la Enfermería?

Un adelanto de una cuestión que trataremos en otro momento, ¿las Disciplinas Científicas tienen un techo competencial (como vulgar Comunidad Autónoma) o tiene simplemente un campo de estudio en el que se desarrolla ad infinitum y sólo debe cuidar el no intrusarse en el campo de otra Disciplina? No debemos olvidar que algunas Disciplinas Científicas se superponen en algunas partes de sus amplios campos de estudio sin poder considerarlo intrusión.

Si haces lo que debes como se debe… ¿A qué temes?

Puedes participar en la elaboración de las alegaciones al proyecto del Real Decreto en el Foro de la Profesión Enfermera  

martes, 15 de noviembre de 2011

¡TÚ SÍ QUE VALES! En busca de una referencia asistencial para la Enfermería

Es común a todas las disciplinas científicas (y a otros trabajos, pero nosotros nos centraremos en los que usan el método científico) la existencia de “eminencias” en la aplicación práctica de esa disciplina.
Hablamos de esas personas de las que los profesionales quieren aprender, las admiran y las tienen como modelos de referencia.
En el caso de la asistencia sanitaria nos referimos a los  profesionales que consiguen progresos importantes en la clínica, avalados, por supuesto, por estudios científicos.
Estos profesionales son conocidos por el pleno de la profesión, los cuales siguen interesados las mejoras asistenciales que van logrando.
Pero, además, tienen su hueco en múltiples ocasiones en los medios de comunicación, mejorando notablemente la valoración subjetiva de la población de la importancia de su trabajo y de su valía profesional. Valoración que se extiende, como mancha de petróleo, sobre el resto de los profesionales, incrementando la evaluación positiva de la población a esa determinada disciplina.

En la Medicina, ningún ciudadano y profesional tiene problema alguno para identificar a esas “eminencias referentes”, sobre todo en el área de la Cirugía.

Sin embargo, una pregunta acecha en demasiadas ocasiones a los enfermeros. ¿Dónde están esos referentes de la práctica clínica en nuestra disciplina? ¿El trabajo de quién hemos de seguir? ¿Qué enfermero ha realizado avances importantes en la asistencia enfermera de sus pacientes?

Alguno habrá, aunque no lo conozcamos todos. Ya no hablo de un referente internacional, ¿no tenemos un referente nacional, aunque sea pequeñito?

Haberlos, haylos, como las meigas, ¡pero qué difícil es encontrarlos!

Quizás el problema es que planteamos mal la búsqueda.
Posiblemente esperamos la llegada del Gran Enfermero, docto, infalible y realizando avances continuos en todos los campos de la Enfermería, cual mesías judaico mil veces profetizado.

Busquemos en áreas definidas y dejemos la globalidad. Hallemos un referente en el tratamiento de las úlceras vasculares por insuficiencia venosa postraumáticas, aplicando la evidencia más reciente y fiable e incluso realizando sus propias investigaciones, sin exigir a priori que se trate de estudios clínicos aleatorizados triple ciego.
Quizás, en este primer momento de excavación arqueológica en busca del Santo Grial, nos baste con estudios de casos clínicos que apunten a una curación en menor tiempo, a una reducción del dolor, tanto en las curas como en el periodo intermedio y/o mejora de la circulación venosa periférica con su tratamiento.
Pero ya es algo en lo que destaca respecto a los que curan la úlcera sin prestar atención siquiera a su etiología y no sale de las gasas y el betadine (y eso porque retiraron la mercromina) o de los que aplicamos la evidencia sin plantear un estudio con el registro pormenorizado de las curas de nuestros pacientes.

Pero habrá otro enfermero, referencia nacional, que haya desarrollado un programa de reducción del temor en el paciente ante una operación quirúrgica urgente y que logre su objetivo de forma más eficiente que el resto.
Yo querría conocer ese programa y, entre todos, alguno podrá realizar estudios que lo avalen y mejoren su evidencia y con ello mejorar el mismo programa y la asistencia a los pacientes en numerosos lugares.

Encontremos a otros muchos que serán “referentes” de todos y, ¿por qué no? tal vez algún día los vea la población en la televisión hablando de la validación de una escala de valoración para riesgo de desequilibrio de líquidos para los pacientes con insuficiencia cardiaca congestiva y que permita mejorar el control del paciente, con el asesoramiento enfermero, de la medicación diurética y antihipertensiva.

¿Es un sueño? No lo creo.
Los enfermeros referente están ahí fuera y, nosotros, como vulgar agente de los expedientes X, estamos obligados a encontrarlos.
Uno puede ser un referente sin ni siquiera saberlo.

Deberíamos marcar los criterios que debe cumplir un enfermero para ser considerado referente en un campo determinado.

Podríamos empezar fijando dichos criterios.
Tal vez uno de ellos sea que realice sus intervenciones en el marco de una investigación propia que avale (¿con qué nivel de evidencia?) la consecución de un mayor bienestar en el paciente que con otras intervenciones, que los enfermeros que trabajan con él lo consideren consultor en ese campo…
En fin, los criterios que consensuemos.

¿Empezamos a definir lo que queremos encontrar y damos el pistoletazo de salida para tener referentes enfermeros en determinados campos a corto/medio plazo?

Yo creo que es el momento.

¿Conoces a tu enfermera?


Muchas son las veces que se ha puesto de manifiesto en variados foros el hecho de la invisibilidad enfermera.

Esta invisibilidad, que oculta quiénes somos, qué hacemos y, lo más importante, qué servicios podemos ofertar a la población, ha sido señalada, razonadamente, como uno de los principales motivos del mínimo valor dado a la enfermera como pilar fundamental de la sanidad tanto por la población en general y los políticos como por las propias enfermeras.

La invisibilidad es fuente de inseguridad, baja autoestima y propicia el “burn out” profesional, iniciando y manteniendo un círculo vicioso que impide la pérdida de invisibilidad por el mero hecho de ser invisibles.

Algo se ha de hacer, es innegable, pues, al igual que los colectivos de homosexuales y transexuales se mantenían apartados de la sociedad porque no existían para ésta hasta que se hicieron visibles de forma notable en coloridas manifestaciones multitudinarias, las enfermeras seguirán sin tener la consideración que deben por la importancia vital que tienen en la sociedad.

El problema es que nadie nos ve, no ven nuestro trabajo (no entraremos hoy en el problema de los registros y las nomenclaturas estandarizadas) ni ven nuestro potencial.

Y lo que no se ve, no existe. Verbigracia, los fantasmas.

Como decía, algo hay que hacer.

No propongo la realización de una gran manifestación en el Día del Orgullo enfermero (el 12 de Mayo, por supuesto), aunque no deja de ser una opción que ha funcionado en otros colectivos.

Somos proveedores de un servicio único y fundamental para la población hagámosle saber que estamos aquí para ofrecerles nuestro inimitable servicio.

¿Cómo? Como lo hacen todos, mediante las vulgares campañas publicitarias.

Existe un tipo de marketing, cuyo objetivo es mejorar la salud de la población, vender un cambio de mentalidad, de conductas de salud, de creencias, sin perseguir un beneficio económico para los que elaboran la campaña.

¿Por qué no se cambia la creencia de la población de que para un problema de salud hay que acudir al médico y no a la enfermera?
¿Se puede generar una nueva conducta de salud que es visitar a tu enfermera en la consulta (ya sea demanda o programada) para realizarse una revisión “holística”? Revisamos el coche periódicamente pero nosotros no acudimos a un chequeo completo cada equis tiempo. ¿Sabe la población que no necesita estar enfermo para ver a la enfermera?

Todo eso podemos hacerlo con el “marketing social”, que por cierto está catalogado como intervención enfermera en la Clasificación de Intervenciones de Enfermería (CIE/NIC).
Su definición para la NIC es “Utilización de los principios de marketing para influir en las creencias, actividades y conductas de salud para beneficiar a una población diana.”

Iniciemos el cambio, publicitémonos. Realicemos un proyecto realista, eficiente y utilizando los medios que la red de redes nos ofrece y su rapidez de transmisión.

Se trata de la creación de una marca definida e inimitable: La enfermera o la Enfermería.

Unos videos en el gran alojamiento de éstos en la red con una mínima calidad pero sin necesidad de ser profesionales, unas ilustraciones, pósters o dípticos, incluso virtuales, que nos definan y oferten nuestros servicios de forma inteligente, directa y atrayente y todo lo que sea necesario con los recursos disponibles.
Hagamos ver a la población que tiene necesidades que desconoce pero para las que nosotros ofertamos un servicio. Fomentemos el imprescindible boca a boca. Vendámonos como sólo nosotros podemos hacerlo.

Es recomendable, si no necesario, que los diferentes grupos enfermeros que existen en nuestra sociedad, diversas asociaciones, foros, sindicatos… se unan, con los recursos que en cada momento tengamos, en pos de la consecución de un único gran objetivo: Hacernos visibles como enfermeros y el servicio que ofertamos a la sociedad, incluidos políticos, otras profesiones sanitarias y a los propios profesionales de Enfermería.

No sería la primera iniciativa que se realiza sobre esto, ya la Sociedad de Enfermería Madrileña de Atención Primaria (SEMAP) realizó un tríptico que podéis ver aquí  
Información sobre el marketing social en:
Social Marketing in Public Health