Las dos grandes Disciplinas Científicas (tanto en número de profesionales como en amplitud de su campo de estudio) relacionadas con la Salud (recordemos que, actualmente, salud no se define como lo contrario a enfermedad) del hombre son la Medicina y la Enfermería.
La primera de ellas se define en base a las “enfermedades” (procesos en los que, en el siglo pasado, se adjuntaron las alteraciones que trataba la Cirugía), ya sea para su curación o su prevención.
La Medicina se ha caracterizado siempre por realizar su trabajo con fármacos.
No en vano, Medicina proviene de la unión de las palabras latinas Mederi (curar, tratar) y el sufijo latino –ina que significa “sustancia”, es decir Medicina es la “sustancia que trata, que cura” (lo mismo que actualmente significa medicina/medicamento) y la persona que la usaba se llamó médico.
Parece, pues, que la herramienta que usaba el médico acabó nombrando a la Disciplina.
La Enfermería, por su parte, encuentra su razón de ser en el cuidado del ser humano para alcanzar su correcta adaptación al entorno promoviendo las conductas y acciones adecuadas, utilizando las sustancias y productos adecuados, o, incluso realizando la enfermera las actividades que la persona no puede llevar a cabo por sí misma y, promoviendo, la progresiva recuperación de la fuerza que le permita autocuidarse.
No en vano, Enfermería se construye con la palabra latina Infirmitas (enfermedad) y el sufijo –ería, que designa profesión o lugar donde se almacena algo. Enfermero tiene el mismo origen, pero con el sufijo –ero, que implica persona que se dedica a una profesión.
Por tanto, la Enfermería tiene su razón de ser en la enfermedad (infirmitas), procediendo esta del prefijo latino IN- (no, sin) y de la palabra latina FIRMITAS (firmeza, estabilidad, constancia, seguridad, fortaleza).
Así, podemos ver que, en su origen, la palabra enfermo designaba a la persona que no posee fuerza, constancia, seguridad, que es o está débil, pero no implica existencia de patología.
¿No es demasiado similar a la persona que tiene falta de fuerza, de conocimiento o de voluntad?
En latín, la infirmitas era antónimo de Salus (salud) que significa, incluso ahora, “estado en que el ser orgánico ejerce normalmente todas sus funciones”, por lo que el anciano que no puede lavarse por sí mismo, era un infirmus (enfermo) y lo atendería la enfermera ¿quién si no?
En la antigüedad, la persona que trataba el médico, se denominaba patiens, del griego pathos (sufrimiento, daño), que da nuestro vocablo paciente (Persona que padece física y corporalmente, y especialmente quien se halla bajo atención médica) y el inglés patient.
Está pues claro que la enfermedad de la que se ocupa la Enfermería, previéndola, curándola y paliando sus efectos en la persona, no es la misma que la “enfermedad” (patología) de la que se ocupa la Medicina.
No es difícil discernir que la debilidad que producen las patologías llevó a darle el nombre de enfermedad a los procesos patológicos. Y si había debilidad (en persona sana o con patología), ahí se encontraba la Enfermería.
Por ello debe ser que existen en latín dos palabras con el mismo significado (curar), estas son Mederi y Curare (curar, ocuparse de, tratar), de la que surgirán la española Cuidar y la inglesa Care.
No deja de ser curioso que el Médico trate al paciente (doliente, sufridor) y se centre en su patología y la prevención de ésta y la Enfermería al enfermo (débil, sin fuerza, constancia o seguridad), fomentando el mantenimiento, la mejora o la recuperación del funcionamiento normal del organismo (la salud, el autocuidado).
Imagen: La atenta enfermera. Jean Baptiste Simeon Chardin
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