viernes, 24 de febrero de 2012

“No es lo mismo (Alejandro Sanz dixit)” o “El PAE y las 3 enes (por Barrio Sésamo)” Episodio VI


Me siento, hoy, ante la pantalla, con la difícil tarea de cerrar el círculo, de dar fin a la hexalogía en la que yo mismo me enredé y que, he de reconocerlo, tenía ganas de finalizar.
A mi favor juega que nadie espera el malabarismo de transformar a un adolescente repelente en uno de los villanos más carismáticos de la galaxia muy, muy lejana y así no defraudaré las expectativas de nadie.

Sí, me propongo, finalizar como empecé. Esperando, eso sí, no autoplagiarme demasiado.

Esta entrada puede acabar siendo un corolario (esta palabra siempre me ha recordado a las flores), más que un episodio más cargado de nuevo contenido.

Lo más importante para los enfermeros es realizar el Proceso de Atención de Enfermería, es decir, utilizar un método estructurado que nos permite emitir un juicio clínico sobre la situación vital de las personas, las familias y/o las comunidades y, a partir de él marcarnos unos objetivos y realizar las intervenciones necesarias para alcanzarlos, siempre basándonos en el más reciente y fiable conocimiento científico y, sin olvidar ni ignorar, los intereses de los enfermos (entendiendo a estos como los sujetos a los que sirve la Enfermería, eliminando las connotaciones de enfermedad como patología según ya comentamos en otra entrada).

El Proceso de Atención de Enfermería (PAE) puede hacerse en cualquier idioma, en cualquier condición y lugar. Sin embargo, como disciplina científica que somos es preciso y necesario que transmitamos nuestro trabajo, nuestros descubrimientos, nuestros pensamientos, nuestros PAEs, efectivos o no, al resto de enfermeros del mundo entero, promoviendo un crecimiento común que, siempre, será mayor que la suma de las partes.

 Para ello necesitamos un lenguaje común.

En un sencillo símil, podemos considerar el Proceso de Atención de Enfermería como el Pensamiento.
El Pensamiento puede ser abstracto o podemos descubrirnos “pensando en palabras”, consiguiendo hacer más asible, tangible, accesible. Esas mismas palabras nos permiten transmitir nuestro pensamiento al resto de las personas. Las palabras no pueden sustituir al pensamiento ni realizar su función. De hecho están a distinto nivel y las palabras son una sombra accesible del Pensamiento oculto a nuestros ojos en el fondo de la cueva.

Eso es el lenguaje NNN, un mero vehículo o traductor del PAE, una mísera sombra que nos ayuda a captar una mínima esencia de nuestro verdadero método de trabajo como enfermeros.

El lenguaje puede, y debe, mejorarse para minimizar las pérdidas en la transmisión o traducción del mensaje (el PAE) original.

La investigación enfermera debe, principalmente, enfocarse a proporcionar al Proceso de Atención de Enfermería, en cualquiera de sus fases. Es decir, el fin último ha de ser mejorar el trabajo (no sólo asistencial) con el enfermo, elevar hasta lo ilimitado la calidad de los cuidados utilizando la Ciencia para obtener los conocimientos que nos garanticen valorar, diagnosticar, establecer objetivos, realizar intervenciones y evaluar todo el proceso en general y cada una de sus partes de la mejor forma posible en un momento determinado.

Esas mismas investigaciones nos llevarán a mejorar y validar esos lenguajes necesarios para comunicarnos y, en parte, hacernos asequible el abstracto proceso o pensamiento enfermero.

En definitiva, es importante tener claro la dicotomía lenguaje-proceso y la simbiosis entre ambos conceptos para no perdernos en discusiones bizantinas.

Todas estas investigaciones o estudios no deben ser fenómenos aislados, todos ellos han de ser la base de teorías y de modelos de un nivel mayor de los que, desde hace mucho tiempo, la Enfermería es huérfana y se ha arrimado al padre adoptivo más conveniente (o no) en cada momento.

Es hora de pensar a lo grande, es el momento de avanzar dejando de confundir las ovejas churras con las merinas que inician sangrientas disputas como las de Babel.
Porque es el tiempo y la hora, continuemos construyendo la Disciplina enfermera.

Imagen obtenida de http://www.laprensa.com.ni/blog/2010/07/23/%C2%BFdios-creo-al-hombre-o-el-hombre-creo-a-dios.html

jueves, 23 de febrero de 2012

"No es lo mismo" (Alejandro Sanz dixit)” o “El PAE y las 3 enes (por Barrio Sésamo)” Episodio V

¿Qué hacemos las enfermeras?
Esta es la pregunta a la que intenta dar respuesta la Clasificación de Intervenciones Enfermeras (C.I.E. o, con sus siglas en inglés, NIC).
Es una de las muchas intentonas de defenderse, de forma satisfactoria, del cuestionamiento, sobre todo hace unas décadas, sobre la “utilidad” que tiene una enfermera  y si merece el sueldo que se paga por ella. De hecho, el inicio de la NANDA tuvo que ver con uno de esos intentos de “descubrir” qué hacen las enfermeras.

Es, considerablemente, el lenguaje estandarizado del conjunto NNN (NANDA-NIC-NOC), mejor aceptado y más comprensible para los profesionales de enfermería, incluso sin haber recibido formación metodológica específica, tal vez por dar nombre a las intervenciones que las enfermeras realizan, sin distinguir entre tareas dependientes, interdependientes e independientes y, por tanto, no todas las intervenciones de la clasificación derivan de un diagnóstico enfermero. Cosa que parece obvia pero que, en ocasiones se olvida, e intentamos buscar problemas enfermeros desde las intervenciones donde no los hay…hasta el momento.

Como el resto de lenguajes estandarizados, y en gran parte por el escaso intervalo de tiempo en que se viene desarrollando, adolece de falta de “estudios de campo” que validen su contenido, quedando, prácticamente como resultado de un “consenso de expertos”, condenándolos al nivel más bajo de evidencia, pero evidencia al fin y al cabo (que siempre es mejor que un “porque siempre se ha hecho así en este barrio”).

En la clasificación conviven intervenciones muy generales, con otras más específicas.
Un claro ejemplo es la intervención 2300 Administración de medicación y casi una veintena de intervenciones “administración de medicación:” acompañada de las diversas coletillas, oral, intravenosa, intramuscular, subcutánea…, sin contar unas cuantas intervenciones de administración de analgesia.

Esto, como con todo, tiene sus pros y sus contras, pues si bien permite especificar claramente la intervención realizada o proporcionar una alternativa a largas listas de intervenciones cuando se administra medicación por distintas vías en un corto espacio de tiempo o, resumir con una sóla intervención, un complejo proceso de educación para la salud, también nos priva, en caso de utilizar una intervención general, de poder descubrir qué se ha realizado concretamente. Debemos confiar, pues, en el criterio de la enfermera que realiza el registro sobre la conveniencia de usar una intervención general o más específica para reflejar su trabajo.

Existe una alternativa que permite especificar en las intervenciones más generales; detallar las actividades (en las que se divide cada intervención) que se han llevado a cabo.

Sin embargo, las actividades no están codificadas y por tanto, estandarizadas, aunque la misma NIC proponga que se pueda codificar cada actividad con un número de 2 cifras que marcan su posición dentro de la intervención acompañando, tras un punto, al código de la intervención.
Pero, haciéndolo de este modo, “habemus” problema, porque las actividades se ordenan siguiendo, redundantemente, el orden en que deben realizarse para llevar a cabo la intervención (aunque no haya que realizarlas todas ni hacerlo en el mismo orden).
Si las codificamos por el número que ocupan en la intervención, ¿no se pueden incluir nuevas actividades, o eliminar algunas de las existentes, en las intervenciones? Y lo que es más grave, la misma actividad, en dos intervenciones distintas, tendría códigos distintos.

Algo similar pasa con los factores relacionados y características definitorias de los diagnósticos enfermeros de NANDA-I, si bien ya han empezado a dar pasos para solucionarlo y estandarizar estos conceptos. La NIC debería iniciar también un trabajo de estandarización y mucho mejor si lo basa en estudios clínicos.

El uso de la NIC, y lo he probado en mis propias carnes, se implanta rápidamente por su capacidad de transmitir de forma concisa e inequívoca las intervenciones que la enfermera ha realizado durante su trabajo, así como la fácil lectura de su registro por otra enfermera.

La NIC contiene intervenciones que chocan al descubrirlas por retrotraernos a arcaicos tiempos, como la 3460 Terapia con sanguijuelas, totalmente, según mi conocimiento, extinta en nuestro país.

Sin embargo, como en todo, la investigación y la Ciencia ha de tener la última palabra, pues ya hay estudios que parecen confirmar la conveniencia del uso de animalitos, no aptos para estómagos delicados, en la desbridación de heridas y de las propias sanguijuelas en varios procesos.

Pues lo dicho, tenemos que empezar a realizar estudios, no sólo para confirmar qué es lo que hacen las enfermeras, sino también para descubrir qué es lo que podemos y debemos hacer…¡Hasta el infinito y más allá!


Imagen obtenida de:http://www.ser.es/gteser/asociarse-gteser