sábado, 1 de diciembre de 2012

A través del espejo y lo que yo encontré allí. La visión del paciente.



Los enfermeros que hemos pasado una buena parte de nuestra vida laboral en una unidad de hospitalización de agudos, somos conscientes de que muchas de las cosas que vemos con absoluta normalidad, son demasiado extrañas para las personas que tenemos ingresadas y sus seres allegados. También somos conscientes de que se producen eventos adversos y, también somos muchos, los que pensamos que el conocimiento de la existencia de los mismos debe ser el inicio de los pasos destinados a su eliminación.

Una de las herramientas para detectar problemas de calidad es la visión del usuario, ya sea mediante informes, encuestas y/o las sugerencias y quejas en el Servicio de Atención al Paciente.

Sin embargo, no somos, o al menos yo no lo era, conscientes de la importante repercusión en las personas a las que atendemos y sus familiares, de cosas, para nosotros, nimias o no tan nimias. Tampoco lo somos de la importancia de la retroalimentación  en nuestra relación terapéutica enfermero-paciente/familia ni de lo difícil que es “ponerse en  su piel” que diría Henderson y que nuestra compañera Rosa nos recuerda continuamente en su blog Enfermera 2.0: la mirada enfermera.
 
Nuestro conocimiento del entorno hospitalario, sus técnicas y todo lo relacionado con la salud y la enfermedad y las ingentes cargas de trabajo nos dificultan el ponernos en la piel del otro, pero hay que lograrlo, dando alas a esa retroalimentación y la oportunidad de que el paciente y su familia nos hablen claramente de lo que ellos ven, piensan, sienten y padecen en nuestro intimidante entorno laboral. Más cuando se encuentran bajo el efecto de un importante factor que afecta a varios aspectos de la vida del paciente ingresado y de sus familiares.

Recientemente he vivido, como persona allegada, la aventura de unos ingresos hospitalarios y he visto y, en ocasiones recibido, con la confianza y sinceridad con la que no nos hablan cuando estamos en el otro lado (porque somos completos desconocidos), las quejas, sugerencias, agradecimientos que surgen durante el proceso.

He de confesar que se han producido numerosos eventos adversos y que las quejas, la mayoría de las veces, estaban muy justificadas y, en otras, se debían al desconocimiento y a la ansiedad que producen situaciones a las que uno no está acostumbrado y no encuentra explicación ni, “por educación”, la solicitan, quedando, por tanto sin resolución.

Algunos eventos adversos no llegaron a tener consecuencias porque estaba yo, que, con la ventaja que supone el conocer la Historia Clínica, el acceso como profesional y compañero a los recursos y trabajadores, el conocimiento del entorno, tan hostil para los ajenos a él y, en definitiva, de los recovecos de la asistencia hospitalaria. Aún me pregunto ¿qué habría pasado de no estar un enfermero entre los allegados?

A modo de resumen os listaré algunas de las cosas que sucedieron:

-         No reiniciación de anticoagulación oral (suspendida por INR elevado) por no solicitud de estudio de coagulación en la analítica por su médico. Nadie se dio cuenta, ni siquiera las enfermeras que tenían que darle la medicación. Una vez solucionado y al preguntar al paciente el porqué de no preguntar por la anticoagulación, me responde que si no le daban la medicación anticoagulante sería “porque seguiría alta”. Ni él ni los familiares preguntaron por los resultados, ni por el fármaco anticoagulante. Está claro que algo estamos haciendo mal.

-          Retraso en la información sobre los resultados de una prueba de imagen importante por que el médico de guardia “no es capaz de localizar el informe en la historia clínica electrónica” y así lo refleja en la misma. Algo estamos haciendo mal si profesionales con largo tiempo trabajando con esta historia clínica electrónica no saben manejarla perfectamente.

-         Indicar al paciente que debe permanecer en ayunas por una prueba que no se realizaba ese día. Algo estamos haciendo mal cuando los familiares me llaman a mí para comprobar si son necesarias esas ayunas que le parecen extrañas, en lugar de consultarlo con la enfermera de ese turno.

-         Trasladar desde el Servicio de Urgencias a UCI a un paciente en estado crítico, habiendo informado el médico con anterioridad que existía posibilidad de fallecimiento, sin comentárselo a la familia que entra al box al ser requeridos por los profesionales y encuentran la cama donde estaba el paciente vacía, pensando que había muerto, mientras esperan que llegue el médico que les ha llamado. Algo estamos haciendo mal.

Lo curioso es que no se produjo ninguna reclamación formal y ni tan siquiera se comentó a los profesionales por el paciente ni por la familia, por lo que era imposible que se conociera el caso por la institución y otros profesionales para evitarlo en el futuro.

Algo estamos haciendo mal si nuestros usuarios no asumen su papel fundamental en la mejora de la calidad de nuestra atención con su retroalimentación. ¿Puede ser que teman represalias de algún tipo por comentarnos los fallos que detectan? No lo sé. Pero algo estamos haciendo mal.

sábado, 24 de noviembre de 2012

Carnaval de Cuidados. #ICCuidados.



La publicación del RD 1093/2010, de 3 de septiembre, por el que se aprueba el conjunto mínimo de datos de los informes clínicos en el Sistema Nacional de Salud, y la finalización en el primer trimestre de este año del periodo para realizar los cambios en los informes ya existentes, ha generado un debate en las redes sociales y en el mundo real sobre la pertinencia del conjunto mínimo de datos que se establece para el Informe de Cuidados de Enfermería y su comprensión por los destinatarios, pacientes y otros profesionales de la sanidad, en particular los enfermeros.


Todo ello ha llevado a la convocatoria de un Carnaval de Salud por parte de Wikisanidad en el que queremos colaborar.

Es importante que recordemos el motivo por el que surgen los Informes de Alta de Enfermería que, desde el famoso Real Decreto, pasan a denominarse Informes de Cuidados de Enfermería.

Con una rápida, superficial y no estructurada búsqueda en CINAHL y PubMED sobre Alta de Enfermería (Nursing discharge), encontramos que es, a finales de la década de los 80 del siglo pasado, cuando comienza a utilizarse el término. El objetivo de este informe primitivo no es otro que transmitir información a los enfermeros que se ocuparán de los cuidados del paciente una vez haya sido dado de alta en el hospital.

En aquella lejana época no existía más Historia Clínica que la de papel y, era imposible el acceso a los datos de la misma por profesionales ajenos al hospital, incluso en él, era necesario solicitar “la historia antigua” si se quería acceder a datos de ingresos anteriores. En nuestro país, no era posible el acceso desde Atención Primaria a la Historia Clínica de Atención Especializada y viceversa. Cada paciente tenía varias historias repartidas por los distintos niveles asistenciales. La única solución era realizar un informe con los datos más relevantes de los cuidados realizados y los que debían seguir realizándose.

Y llegó la informatización, en primer lugar en Atención Primaria y luego en Atención Especializada. La solución estaba en las manos de los gestores y encargados de crear la Historia Clínica Electrónica. Todos los datos necesarios para la continuidad asistencial a un sólo click de ratón de distancia.

Pero la realidad fue diferente. No entraré a analizar las causas ni buscar culpables, pero en lugar de establecer un único formato para la Historia Clínica Electrónica y el uso de software, si no igual, sí compatible, se produjo todo lo contrario.

En el revuelto río de la digitalización y la transferencia de competencias en materia de sanidad a todas las Comunidades Autónomas, no sólo se utilizó distinto e incompatible software en cada una de ellas, si no que, además, en la misma Comunidad Autónoma, el sistema informático de Atención Primaria no era compatible con el de Atención Especializada. Una de las grandes ventajas que suponía la informatización tirada a ese gran río revuelto para siempre jamás.

De este modo, se perpetuaba la incomunicación entre profesionales y seguía siendo imprescindible la realización de un informe con datos relevantes de la asistencia sanitaria en el momento de la derivación.

La solución, el lenguaje SNOMED-CT y la creación de la Historia Clínica Digital del Sistema Nacional de Salud, con acceso desde cualquier lugar y por cualquier profesional, y compuesta por diversos documentos o informes, entre los que se encuentra el Informe de Cuidados de Enfermería. Por ello es importante establecer qué datos, como mínimo, debe tener cada uno de esos informes, tal y como ha hecho el RD 1093/2010.


Una vez que la Historia Clínica Digital del SNS entre en funcionamiento (cosa que no sé cuando acabaremos viendo), es necesario continuar garantizando el traspaso de información, al menos entre profesionales, entre los distintos niveles de atención., de la mejor forma posible.

La Historia Clínica es propiedad del paciente y debe tener acceso a ella y es importante la información sobre la asistencia prestada en cada proceso y por cada profesional, así como de lo que debe realizar el paciente (recomendaciones).

Las recomendaciones son diferentes para cada persona, dependiendo del nivel de conocimientos, la situación del proceso en el momento del alta, la existencia de cuidadores informales, la capacidad cognitiva, etc.

El propio Real Decreto al que hacemos referencia, contempla que cada Comunidad Autónoma puede realizar adiciones a sus documentos o informes, siempre y cuando mantenga el conjunto mínimo de datos. En nuestro caso, se ha incorporado un apartado de recomendaciones donde puede explicitarse todo aquello que requiera saber el paciente y que, previamente o en el momento de la derivación, se le ha explicado por parte de enfermería, tales como los cuidados de una herida quirúrgica para evitar la infección, la higiene postural tras la implantación de una prótesis de cadera, el manejo de fármacos o la prevención de úlceras por presión.
Además de este apartado, en nuestro Área de Salud, se están desarrollando recomendaciones generales para los pacientes sobre diversos temas que pueden adjuntarse al informe de cuidados de enfermería o darse en solitario en formato folleto, librito…, según el caso.

Por otra parte, para terminar, la información al paciente sobre la utilización de la taxonomía enfermera y de qué significa cada diagnóstico, cada resultado y cada intervención con un lenguaje claro y conciso, es fundamental para que el paciente sepa por qué y para qué se hacen determinadas cosas, a quién tiene que acudir para resolver dudas o problemas sobre esas cuestiones y que visibilice el trabajo de otros profesionales sanitarios aparte de los médicos.

Sería, pues, la misma situación que cuando un médico te dice que tienes varicela. Te explica (o así debería hacerse) qué es la varicela, qué objetivo queremos conseguir (en este caso la curación y la no aparición de complicaciones) y que hacer para ello.

Hay que decirles a los pacientes que hay (y por qué) un riesgo de infección, un deterioro de la movilidad física… y explicar que pretendemos lograr (teniendo en cuenta sus preferencias) y cómo vamos hacerlo (siempre con la mejor evidencia disponible, ya que la EBE y la Metodología enfermera deben ir juntas, como nos transmite el Dr. Brito en su blog.

miércoles, 10 de octubre de 2012

#TheCofiaDay o La presunción de culpabilidad


Hoy es 10 de octubre de 2012. 
Hoy es el día del primer The Cofia Day, iniciativa reivindicativa, originada en los blogs de La Comisión Gestora  El EnfermerActivista
como respuesta a una sentencia del  Tribunal Superior de Justicia de la Comunidad Valenciana
 que inhabilita a una enfermera por notorio incumplimiento de las funciones de su cargo”, en particular por “prescindir de la prescripción médica para el suministro de fármacos” en unos hechos sucedidos en el año 2006. No se juzga si el tratamiento era el indicado o no, si se realizó la administración con la técnica correcta o no, sólo se juzga que el fármaco no estaba prescrito por un médico.

Toda la resolución judicial se sustenta en “Estatuto de Personal Sanitario no facultativo de las Instituciones Sanitarias de la Seguridad Social, Orden de 26 de abril de 1973” que, por cierto, fue derogado en el año 2003.

Este hecho ya hace pensar que la Sentencia no es justa, siempre desde el punto de vista legal, por supuesto. Pero, aún merece la pena analizarla de otra manera.

Recuerdo que durante el segundo curso de mis estudios de Enfermería, en la Universidad, tuve que estudiar y asimilar una asignatura que se denominaba “Ética y Legislación en Enfermería”, durante todo el año interioricé palabras, tan escuchadas en las películas de abogados, como daño, culpa, dolo, negligencia, intrusismo, impericia, imprudencia, homicidio involuntario, denegación de auxilio… que incluso llegué a pensar que Perry Mason había estudiado Enfermería para saber tanto de Derecho.

Pero también escuché, aprendí, asimilé e interioricé otro concepto jurídico:

LEX ARTIS AD HOC

Un latinismo poco prodigado en el cine, pero que aparecía como tabla salvadora, en medio del horrible futuro que nos deparaba el ejercicio de nuestra profesión sanitaria, rodeados de denuncias por mala praxis y mil cosas más que te hacían plantearte el llegar a trabajar de enfermero algún día, tras valorar la relación riesgo-beneficio.

Esa Lex Artis ad hoc es la que se debía tener en cuenta en el caso de la sentencia inhabilitadora, al margen de órdenes derogadas o decretos-leyes de medicamentos, prescripciones colaborativas y demás.

La Lex Artis ad hoc no es otra cosa que “la que se toma en consideración respecto del caso concreto en que se produce la actuación o intervención médica y las circunstancias en las que las mismas se desarrollan y tienen lugar, así como respecto de las incidencias inseparables en el normal actuar profesional”.  
Mas información en este documento del CGE.

Y es la que nos da un respaldo legal en una profesión, como todas las sanitarias, que avanza y adquiere nuevas competencias profesionales tan vertiginosamente que es imposible adaptar la legislación a la realidad actual.

Las enfermeras administran y utilizan, a diario, fármacos y productos sanitarios, sin previa prescripción médica, en su labor de prestar Cuidados Profesionales a las personas a las que atienden. Y da igual lo que digan las leyes, pues prevalece la Lex Artis ad hoc, y las leyes legislan la realidad que ella ya asume.

Debieran ser los organismos que se muestran como defensores de la Enfermería (Colegios y Consejo de Enfermería, Sindicatos y Asociaciones Profesionales), los garantes de que sentencias así no se produzcan y, en caso de producirse, deben “remover Roma con Santiago” para que se invaliden.

La administración de fármacos y productos sanitarios sin prescripción por los enfermeros está respaldada por la Lex Artis al ser una actividad que se realiza diariamente en el ejercicio de la profesión.

Hoy, por toda España, cientos de enfermeros, secundando el “The Cofia Day”, trabajan, por un día, ignorando el avance de la profesión en los últimos 40 años para adaptarse a una legislación obsoleta, pues así lo ha dictaminado una sentencia judicial que aunque cree jurisprudencia es, cuanto menos, cuestionable.

viernes, 21 de septiembre de 2012

Perturbación del Campo de Energía. Comentario al blog El diagnóstico enfermero



Ruyman Brito, de nuevo, ha dado en el clavo y nos pregunta, desde su blog , a todos los enfermeros sobre la etiqueta diagnóstica de NANDA  “Perturbación del Campo de Energía.”
 
Esta entrada del blog es un comentario a su entrada, ya que su longitud hace inviable que quede como tal.

Esta etiqueta es una de las que, siempre, me han llamado poderosísimamente la atención. Quizás por ese halo de impenetrabilidad o de necesidad de iniciación para comprender sus misterios.

También me interesó la Teoría de los Seres Humanos Unitarios pero jamás he profundizado en ella, aunque me atrae sobremanera. Más si cabe por el desprecio y el tono jocoso con el que hablaba, sobre ella, mi profesora de Fundamentos de Enfermería, en la secular costumbre de reírse de lo que uno no comprende.

Creo que reducir la etiqueta Perturbación del campo de energía  sólo a lo relacionado con las terapias alternativas, toque terapéutico y cosas que en nuestra visión occidental suena a cosas de curanderos, es hacerle un flaco favor a la Teoría que subyace detrás.

Intentaré, desde un gran desconocimiento, de sus bases físicas, intentar dar algo de luz a la parte de los Campos de Energía de la Teoría de los Seres Humanos Unitarios. Así que pido disculpas por los errores que pueda cometer.

Un Campo de Energía, por explicarlo de alguna manera, se entendería como un sistema, abierto, interactivo, cambiante e infinito que interactúa con otros campos de energía. Las personas somos campos de energía que interaccionamos con el campo de energía de nuestro entorno, de tal forma que la interacción es tan fuerte que se convierten en un nuevo sistema, un nuevo campo de energía totalmente diferente a los demás del universo de sistemas abiertos. Este nuevo sistema es el que se entiende como Ser Humano Unitario.

La clave, a mi poco conocimiento de la Teoría en sí, es que el Ser Unitario busca mantener un equilibrio entre todos los sistemas (Campos de energía) que lo conforman y, cuando ese equilibrio se perturba (una infección, una fractura de cadera, una muerte cercana, la contaminación ambiental, un conflicto de valores….), entra en escena la enfermera para ayudar a recobrar el equilibrio perdido. Pero, claro está, la enfermera también altera el campo de energía al introducirse como un sistema que interactua con parte del Ser Unitario que ha perdido el equilibrio.
Si recordáis el Principio de incertidumbre de Heisenberg, que nos lo explicaban como que si medíamos la velocidad no podíamos medir la posición y viceversa, nos hacía pensar en que nuestra acción (para medir un fenómeno, para replicarlo…) lo alteraba y no podíamos tener la certeza de que fuera realmente así. El principio de incertidumbre ha evolucionado a niveles que me son incomprensibles.

Por otro lado, la cosa se lía más cuando nos hablan de que los campos de energía tienen patrones y, por tanto el equilibrio de un Ser Unitario se logra cuando todos sus sistemas (campos de energía) siguen el mismo patrón. Pero los patrones son ondas y tienen su helicidad, su resonancia…

La teoría cuántica, partiendo del descubrimiento de que la luz se comporta como corpúsculo (partícula, materia) y onda, ha demostrado que toda la materia, con un mínimo de movimiento, tiene ese comportamiento dual. Es decir, la comida que comemos, las partículas que conforman el aire que respiramos, los virus, nosotros mismos, emitimos una onda con un patrón. La idea de la Teoría de los Seres Unitarios es que, ante el continuo cambio del patrón de onda de los sistemas que nos conforman como Ser Unitario, interactuamos cambiando el patrón (nuestro, del entorno…), ya sea mediante “toque terapéutico”, mediante ejercicio, mediante cambios en el entorno (quitar la planta a la que soy alérgico), mediante cambios de mentalidad, valores, creencias…. y, por otro lado, cada vez nuestro patrón de onda (por ser cada vez mayor la interacción con otros Campos de Energía) es más complejo.

Ahora bien, ¿qué hace una enfermera con esto? Se pone a medir como loca las longitudes de onda de todo lo que conforma el Ser Unitario con la fórmula pertinente, incluida ella misma que está actuando sobre ello y que, por el principio de incertidumbre no podemos asegurar que lo que medimos sea exacto?

Afortunadamente, en el mundo macroscópico (el nuestro del día a día) las longitudes de onda de la materia son muy pequeñas, insignificantes y las cambiamos de forma indirecta con los cuidados “macroscópicos” que realizamos. Es decir, que yo ponga un apósito hidrocoloide en una úlcera por presión cambia lo necesario el patrón que provocaba que la UPP apareciera y creciese.

De este modo, podemos entender que, en nuestro día a día, cambiamos los patrones de onda de los Campos de Energía de los Seres Unitarios de forma indirecta y, evaluamos el cambio también de forma indirecta. Con los efectos que produce ese cambio de patrón.

Todo lo de las ondas, la helicidad….son la base física (demostrada por la Física cuántica) de lo que pasa entre la persona y el entorno, pero a nivel práctico, sólo debemos entender que interactuamos con el entorno como un sistema abierto intercambiando energía (la masa se convierte en energía) y podemos interactuar para lograr el equilibrio entre esos sistemas que interactúan, ya sea dando de comer, aseando, curando, alterando el entorno…en resumen, cuidando.

La etiqueta es un resumen de una Teoría, que es por tanto abstracta y, en sí misma, no aplicable a la práctica. ¿Es, por tanto, pertinente tenerla en la clasificación?

Yo creo que no.

Espero que se me haya entendido.

lunes, 9 de julio de 2012

Enfermero Jones: En busca de la IgG perdida


“Basada en una historia real, el nombre de los personajes y las localizaciones han sido cambiadas para proteger su intimidad”.

Tras ver el trailer hace unos dos meses, pensé que podría librarme de ver la película en pantalla grande, en 3D, con unas pesadas e incómodas gafas, que en más de una ocasión habría deseado tirárselas al malo.
Realmente no había malo, la culpa era de la sociedad, que lo había hecho así. Pero no quiero destripar el final antes de tiempo.

Todo comenzó un día cualquiera, en la que una pareja cualquiera decidió que era el momento de buscar ayuda profesional especializada en el Sistema Nacional de Salud para averiguar las razones por las que no podían tener descendencia.
Se realizaron estudios que determinaron que la mejor manera de obtener el resultado deseado era la fecundación in vitro.

Los profesionales le comunicaron a la pareja que la mujer, antes de realizar la fecundación, debía comprobar si continuaba correctamente inmunizada contra la rubéola, desde aquella lejana vacuna a los 11 años en el colegio. En caso de no estarlo, debería vacunarse contra la rubéola en su centro de salud y volver a realizarse los marcadores entre la segunda y tercera semana de la inmunización. Cuanto antes lo realice, mejor, pues tras la vacuna, le dicen, no puede realizarse la fecundación hasta que pasen 3 meses.

Dicho y hecho. Se realiza la serología de rubéola, junto a otras determinaciones y comprueba que no posee inmunoglobulinas G (IgG) contra el virus de la rubéola.

La mujer acude, con cita a última hora para perder menos tiempo de su jornada laboral, a su médico de familia con los informes y sale de la consulta con un papel para acudir a la consulta de enfermería para que le administren “la vacuna de la rubéola”.

Al llegar, la enfermera, que ya es la del turno de tarde le comunica, a través de los administrativos, que en el centro de salud no tienen vacuna de la rubéola, sólo disponen de la Triple Vírica (TV) y, claro, no se le va a vacunar, además, de sarampión y parotiditis sin estar indicado. La solución, pedir cita para su enfermera, que está por las mañanas, y que ella le diga qué hacer y cómo conseguir la vacuna de la rubéola.

En ese momento, la mujer llama a un familiar que es enfermero, y hago mi primera aparición estelar en el film.

Lo primero, informarnos. En poco tiempo, obtengo documentación que recomienda la inmunización, previa al embarazo, con TV para las mujeres en edad fértil con serología negativa o inmunización insuficiente contra la rubéola. Además, descubro que la recomendación de no quedarse embarazada durante 3 meses tras la vacunación se ha reducido, por no existir evidencia de que tras la inmunización con TV durante los tres meses anteriores al embarazo haya producido síndrome de rubéola congénita en los hijos.

Sabiendo esto, contacto, a través de una compañera, con una de las enfermeras del cetro de salud y, la tarde siguiente, se realiza la vacunación con TV.

A las 3 semanas, siguiendo las recomendaciones del servicio de fertilidad, el médico de familia solicita una nueva serología de rubéola, con el mismo resultado que la anterior.
Se consulta con el laboratorio de microbiología e informan que es posible que no se haya producido aún la seroconversión, por haber transcurrido poco tiempo desde la vacunación que, ya habíamos visto, produce inmunización correcta en el 95% de los casos.
Todo en regla pues.

Llega el día de la siguiente cita con el servicio de fertilidad.
La no seroconversión (a las 3 semanas de inmunización), implica, según el protocolo establecido por el centro, realizar un estudio inmunológico por si existe un problema inmunitario de la mujer y a ello fuera debido que la vacuna no haya obtenido el resultado esperado.
La mujer, informada, explica que el laboratorio de microbiología que procesó la muestra expresó que el resultado pudiera deberse a que no había transcurrido el tiempo suficiente.
La observación es ignorada porque el protocolo establece que si a las 3 semanas las IgG son menores de 10 UI/ml hay que realizar un estudio inmunológico.

Derivada al servicio de inmunología, se establece como plan de acción (recogido en otro “protocolo”, del que entregan copia a la mujer) realizar extracción de sangre la semana siguiente para realizar estudio inmunológico, a la vez que la vacunarán contra Neumococo, Tétanos y Haemophilus influenzae. La mujer deberá vacunarse, el mismo día que se le vacune del resto de la rubéola, pero no con la Triple Vírica, sino con la vacuna de la rubéola en solitario, porque todas las mujeres tienen el mismo problema, les sale negativa la serología. A las 3 semanas de la segunda inmunización deberá realizarse serología de las últimas vacunaciones, incluyendo rubéola.
También le informan de que ninguna de las muchas mujeres que acuden con la serología negativa obtiene resultados de problemas inmunológicos y, sospechan, que sucede algo con la triple vírica, quizás que no es efectiva, porque las mujeres tras revacunarse presentan buena inmunización y el estudio inmunológico no presenta alteraciones en ninguna. Lo más importante es que, de nuevo, habrá que retrasar 3 meses la fecundación tras esta nueva dosis.

La mujer, vuelve a repetir su retahíla, a saber: en el centro de salud no tienen vacuna de rubéola en solitario, el microbiólogo informó que 3 semanas es tiempo insuficiente para detectar la seroconversión y que, al solicitar la serología a todas las mujeres en ese tiempo sucederá lo mismo.

Como no hay más sordo que quien no quiere oír y, escudarse en un protocolo, del que desconocemos la evidencia en la que se basa y la fecha de la última revisión, es la vía más fácil ante las dudas del paciente, se acaba la conversación.

Nada más salir del centro, la mujer, preocupada por el nuevo retraso en el tratamiento, con dudas no resueltas, información contradictoria aportada (incluyendo que presuntamente le han inoculado una vacuna que no sirve para nada) y el reto de encontrar la vacuna de rubéola en solitario, vuelve a recurrir al familiar enfermero.
Como consecuencia de la nueva petición de ayuda, pretendo dejar zanjado el tema. Consulto vía telefónica con el servicio de vacunas de la Consejería de Sanidad para confirmar que no es posible inocular la vacuna de la rubéola en solitario porque en España dejó de estar disponible hace años y me comentan que se lo harán saber a los servicios protagonistas de estas letras.

Una vez confirmado que la única vacuna (muy efectiva) contra la rubéola en nuestro entorno es la TV, decido buscar recomendaciones sobre cuando debe realizarse la serología de rubéola y, entre otros organismos, hallo que la OMS establece que se debe esperar 8 semanas tras la vacunación, pues la seroconversión por vacunación es más lenta que en la infección (para la que sí se establece seroconversión a las 3 semanas).

Con la información en mi poder, contacto con el servicio de inmunología para, como enfermero y con datos, informarles de que:
1)      En España sólo está disponible la vacuna Triple Vírica para la inmunización contra la rubéola y que tiene una eficacia del 95%.
2)      Tras la vacunación hay que esperar unas 8 semanas para realizar la serología para detectar IgG antirrubéola.
3)      Posiblemente, todas las mujeres que no responden a la vacunación y requieren un estudio inmunológico son falsos negativos por un tiempo de espera para la serología inferior al recomendado.

La respuesta, la misma que le dieron a la mujer: “Es lo que está establecido en el protocolo”.

Ante la inutilidad de hablar con una pared, contacto con el microbiólogo que confirma, de nuevo, la premura de la determinación serológica y se decide realizar una nueva búsqueda de IgG al haber pasado ya 8 semanas desde la inmunización.

Al día siguiente obtenemos los resultados. IgG antirrubéola: 30 UI/ml, sin necesidad de nueva inmunización, sin necesidad de estudios inmunológicos, sin tener que dilatar la espera 3 meses más y, ahorrando el coste de realizar todo ello que, hemos visto es innecesario.

La moraleja de la película es que cambiar el “siempre se ha hecho así” por el “lo pone aquí” nos deja con el mismo problema.

No preocuparnos de por qué hacemos lo que hacemos, incluso cuando nos dicen que no se está haciendo de la forma más recomendable según la evidencia científica, aunque sean recomendaciones de diversos organismos, es nuestro gran problema, el que hay que solucionar de forma inminente.

Al salir del cine me quedó un regustillo amargo, pensando en las mujeres que no tienen un sanitario como familiar y la odisea que deben haber pasado.


A continuación enlazo algunas de las búsquedas realizadas y documentos consultados:
http://www.murciasalud.es/preevid.php?op=mostrar_pregunta&id=3986&idsec=453
http://www.papps.org/upload/file/PREV%20ENF%20INFECCIOSAS.pdf

domingo, 10 de junio de 2012

Viéndolas venir


Lo hemos oído, lo hemos leído. El cambio es inevitable por muchas razones, como nos explica perfectamente Juan F. Hernández Yáñez en multitud de entradas de su blog.

Todos, más o menos, lo tenemos claro. El paciente debe ser el centro del Sistema y deben realizarse los cambios necesarios para ello, pero debe haber otros cambios que permitan conseguir una mejor atención y una obtención de resultados en salud más eficaces.

Una de esas transformaciones, quizás la más difícil y la más necesaria, es que el profesional sanitario que recibe al paciente, el que lo guía y acompaña por todo el proceso y el que pone en relación al resto de profesionales que deban ser consultados por el bien del paciente, debe ser la enfermera.

Otros países ya lo están haciendo, otros están en vías de ello y otros, como el nuestro, apenas ha dado los primeros pasos.

Como sucedió en la revolución que supuso el paso de la hegemonía de la teoría geocentrista a la heliocentrista, abanderada por Copérnico (s.XVI) y Galileo (s.XVII), los detractores responden a diversas circunstancias tales como perder el lugar preeminente, el miedo a las consecuencias del cambio de modelo y de lugar en el sistema…o simplemente el innato rechazo a los cambios al que los seres humanos somos tan propensos. Esto va por las profesiones médica y enfermera, así como por los gestores y políticos que deben tener un gran protagonismo en el cambio de modelo asistencial.

La crisis, y las decisiones políticas que excusándose en ella, han tomado los gobiernos nacional y autonómicos en el Sistema Sanitario español, pueden estar pisando el acelerador para que el proceso deba iniciarse cuanto antes.

Vemos, y hemos visto, comportamientos que responden, o parecen responder, a lo inminente del cambio, como los ataques de Juan Gervás a las enfermeras y su trabajo en Atención Primaria, la incomprensible oposición y, por ende, el desarrollo de una Ley del medicamento que obstaculiza el desarrollo de la prescripción enfermera y a la que ha respondido el Foro de la Profesión Enfermera, las peticiones del Foro de la Profesión Médica de que el Ministerio de Sanidad cuente “siempre con los médicos” para asegurar la sostenibilidad del Sistema Sanitario.

Asistimos, por el lado de los que consideran que debe producirse el cambio, además del ya mencionado blog de Juan F. Hernández Yáñez, al blog El EnfermerCtivista de Carlos Núñez y su iniciativa de realizar una hoja de ruta a través del documento, creado por las enfermeras, de Google Docs  y al Foro de la Profesión Enfermera, que ya hace tiempo hizo público su Manifiesto entre otros.

Las enfermeras llevamos tiempo intentando hacernos visibles, no con todo el acierto del mundo, ante la sociedad y la “res publica” y considero un punto de inflexión, como decía en el post anterior, la concentración ante el Ministerio de Sanidad del 26 de Mayo.

Hay movimiento, orbitamos, lenta y casi imperceptiblemente alrededor del centro de nuestra galaxia (el paciente) y, aún, giramos alrededor del profesional médico (en unos ámbitos más que en otros). Nuestra órbita, erráticamente, comienza a sufrir cambios y, definitivamente nos situará en el lugar que corresponde para que el sistema sea más eficiente, aunque todos sigamos girando alrededor del paciente.

Tenemos dos opciones, quedarnos esperando lo inevitable y conformarnos con lo que al final ocurra o ser parte activa del cambio y luchar porque las enfermeras seamos las que decidamos, con el resto de actores, que nuevo Sistema vamos a configurar.

Los cimientos sobre los que alzar la Nueva Enfermería, mejor o peor nivelados, están hechos y, como el documento de la Hoja de Ruta parece demostrar, los inquietos, comprometidos, pensadores…de nuestra profesión tenemos muy claros los puntos a los que no se deben renunciar.

Las revoluciones (que no son otra cosa que cambios o re-evoluciones) no pueden pretender buscar el consenso con todos los miembros de una profesión, los líderes (¿de verdad hay que buscarlos? Creo que ya están encontrados) han de iniciar el movimiento y dirigir las tropas en las maniobras precisas para que el cambio sea lo menos traumático posible y lo más beneficioso para el paciente y las enfermeras.

Y siguiendo a Machado, “Caminante no hay camino, se hace camino al andar”, sólo resta decir una cosa:
¡ANDEMOS YA!
Marquemos estrategias a seguir y actuemos. Se nos acaba el tiempo si no queremos ser meros espectadores.

lunes, 28 de mayo de 2012

APOCALIPSIS (“¡Tengo una Revelación!”)


“Después de esto miré, y he aquí una gran multitud, la cual nadie puede contar […] vestidos de ropas blancas […] Estos que están vestidos de ropas blancas, ¿quiénes son y de dónde han venido? Yo le dije: Señor, tú lo sabes. Y el me dijo: “Estos son los que han salido de la gran tribulación […]” (Apocalipsis 7, 9-14)

Se vislumbra un cambio, algo se mueve en la enfermería española, quizás haya hecho falta una agresiva política escudada tras una crisis, de la que sacan ganancia algunos y en la que siempre pierden los otros, para que sea posible.

A finales del año pasado (noviembre de 2011), en la entrada ¿Oportunidad en tiempo de crisis? ya se apuntaba a que la enfermería española debía aprovechar la crisis que acechaba, en ese momento (ahora ya está entre sus fauces), el Sistema Sanitario español.

“Tras 34 años como profesión universitaria, la Enfermería empieza a tener claro que está preparada, como nadie para gestionar los recursos sanitarios y no va a dejarse pisar tan fácilmente como hace algún tiempo. Ya hemos perdido la cofia y, con ella, los carteles que nos mandaban callar.”

El sábado 26 de Mayo, miles de enfermeras, convocadas por SATSE, nos encontramos ante el Ministerio de Sanidad en Madrid para entregar más de 500.000 firmas en defensa de la sanidad pública y contra los recortes que afectan, también, a nuestra profesión.

No recuerdo ningún ejercicio de visibilización de las enfermeras de esta magnitud si bien, muchos medios de comunicación han pasado por alto la noticia.

Pero considero más importante otro movimiento iniciado por Carlos Nuñez en su blog El EnfermeraCtivista, alentando a las bases de la enfermería a cesar en los lamentos y en dar por finalizada nuestra “gran tribulación” que nos invisibiliza, nos minusvalora, nos desacredita…

Las publicaciones de El EnfermeraCtivista han ocasionado, con la velocidad del rayo, repercusiones que avanzan, como un terremoto por todos los foros enfermeros de la red, extendiéndose a la velocidad de una onda expansiva…y se ha empezado a elaborar una hoja de ruta. Ya se han escuchado voces pidiendo, con razón, calma y el conocer bien los problemas existentes y lo que la gran mayoría de las enfermeras quieren hacer y ser. Lo veo bien, las prisas no son buenas consejeras, pero, a mi modo de ver, la enfermería necesita, urgentemente esa hoja de ruta que se está engendrando en este documento.

Previo a esa hoja de ruta, considero importante plasmar, lo ya sabido, lo obvio, lo que tiene que ser base de todo lo demás y no debe olvidarse: los axiomas de nuestra profesión.

Como en este movimiento enfermeractivista se habla de decálogo, quiero plantear un listado de 10 posibles axiomas que sustentan nuestra disciplina. El listado lo comparto también en el documento creado para canalizar este movimiento en sus inicios.

1.- La Enfermería es la disciplina científica que se encarga del Cuidado del ser humano.

2.-El ser humano posee diversas facetas totalmente interrelacionadas entre sí, entre ellas, la biológica, la psicológica, la social, la cultural…

3.- El ser humano tiene la capacidad de adaptarse y modificar los diversos factores que alteran su equilibrio biopsicosocial para mantener y/o alcanzar mayores niveles de bienestar. Esa capacidad es el Cuidado.

4.- La Enfermería permite al ser humano realizar su propio Cuidado (Autocuidado) en todas sus facetas de la mejor manera posible y obteniendo los mejores resultados en su estado de bienestar consentidos y/o deseados por dicho ser humano.

5.- La Enfermería realiza el proceso de Cuidado en el Ser Humano, las familias y las comunidades.

6.- La Enfermería (Infirmitas+ería, profesión que se encarga de los enfermos) se encarga de realizar el proceso de Cuidado en las personas que han perdido o no poseen la estabilidad, entereza, firmeza (del latín firmus, su antónimo infirmus –enfermo-), necesarios para realizarlo por sí mismas.

7.- Las enfermeras forman parte de equipos multidisciplinares con otros profesionales de Ciencias de la Salud para mejorar los resultados obtenidos por las diversas disciplinas mediante sinergias.

8.- La Enfermería es una disciplina científica no subordinada a otras.

9.- Cada ser humano, familia y comunidad es distinto al resto y requiere un Cuidado individualizado.

10.- La Enfermería utiliza un método estructurado y dinámico para realizar el Cuidado del ser humano. Este método se llama Proceso de Atención de Enfermería.

jueves, 12 de abril de 2012

"De serie"


Gracias a la última entrada del, siempre inspirador y esperanzador, blog sobre “el diagnóstico enfermero” del Dr. Brito, he retomado la idea de publicar una entrada que me rondaba, tiempo ha, por la cabeza y, de paso, me ha quitado la de hablar de los recortes habidos y los que, las marionetas del Gran Guiñol “Los Mercados”, anuncian que habrán en nuestro sector.

En su gran entrada, el doctor Brito, pone sobre la mesa el peligro de que las enfermeras acabemos desvirtuando las herramientas creadas, o así debería serlo, para ayudar al método enfermero y su registro en una historia clínica electrónica y, como si del árbol y el bosque se tratara, los marcos informáticos de valoración y, en general, los lenguajes estandarizados, nos hicieran invisible el método enfermero y, en última instancia, consiguiera que olvidáramos también lo más importante, el paciente.

El peligro es real, como tan real es la falta de consenso en los fundamentos teóricos de la disciplina enfermera, sobre todo, en sus niveles de mayor abstracción y que tienen parte de culpa del riesgo de poder perder el norte en el maremágnum de la informatización y de la rápida (y no siempre correctamente realizada) implantación de los lenguajes estandarizados, aún en vías de desarrollo y con una gran necesidad de validación clínica.
A todo ello debemos añadir la dificultad que tienen muchas enfermeras para realizar un diagnóstico (dentro de las dificultades que se presentan con el uso de una  taxonomía imperfecta y no validada para su uso en la práctica clínica) con la nomenclatura de NANDA-I. Todo esto, se recoge en la magnífica entrada a la que nos referimos.

Comparto con su autor que, si se adoptan las medidas necesarias para impedir que las enfermeras nos quedemos, ensimismadas, mirando al dedo que señala al paciente, este periodo de implantación de lenguajes estandarizados y varias herramientas informáticas, puede ser el idóneo para que las enfermeras comencemos a validarlas con estudios realizados sobre el  campo de batalla, la práctica clínica.

Cabe preguntarse el porqué las enfermeras salimos de “la fábrica” sin algún “equipamiento de serie”, curiosamente, el más importante, la capacidad para aplicar en la práctica clínica el método enfermero. Y, como en un bucle infinito, acabamos dándonos de bruces con la falta de modelos y teorías.

Ya que “de serie” no lo traemos…o lo llevamos muy escondido, quizás sea productivo fijar nuestra vista en otro tipo “de serie”, televisiva en este caso, para ver si alguna encuentra su equipamiento, aunque sea en la guantera o bajo el capó.

Todos conocemos la serie House M.D., aunque sea de oídas y, aunque sin perder de vista que es una ficción, que trata de otra disciplina y que las enfermeras solemos salir mal paradas, puede servirnos de excusa o metáfora, para que, “quien quiera entender, entienda”, la importancia de la valoración para realizar juicios clínicos y, el porqué del formato de los diagnósticos de la NANDA-I, incluyendo factores relacionados y características definitorias, acompañando a la etiqueta diagnóstica.
House posee un modelo de atención característico y, si se quiere, reprochable, pero no es arbitrario. Se sostiene sobre axiomas como el, repetido hasta la infinidad, “Todo el mundo miente”, por lo que (eso quiere hacernos creer) sólo basa su juicio en características objetivas (los signos), y por eso llega al punto de allanar moradas.
Sin embargo, como en la vida real, no puede renunciar a las características subjetivas transmitidas por el paciente y su familia (los síntomas). Por ello, precisa de un equipo que haga la historia clínica (entrevista, exploración, revisión del historial clínico previo) y que introduzca los síntomas para que House no entre en conflicto con su axioma y se derrumbe todo su marco conceptual, en el que se incluye el objeto de su trabajo, diagnosticar lo que otros no han podido y, en última instancia, y, posiblemente sólo para confirmar definitivamente el diagnóstico, más que para determinar el tratamiento, descubrir la etiología del problema. En su arrogancia de semidios, que el paciente no muera es secundario.

Viendo varios capítulos, se puede deducir que House hace siempre lo mismo, esto es, listar la sintomatología en su pizarra blanca y pedir a sus colaboradores que lancen hipótesis diagnósticas con una única cosa en mente, los signos y síntomas. En lenguaje de la NANDA equivalen a las características definitorias.
La pregunta fundamental es ¿qué enfermedad (en nuestro caso “respuesta humana/proceso vital”) se manifiesta con esos signos y síntomas? Algunos estarán presentes siempre y los llamaremos mayores, algunos no, los menores.
Es fundamental, por tanto, delimitar lo máximo posible las características definitorias presentes en las respuestas humanas, sobre todo las mayores, lo que nos permitirá diferenciar un diagnóstico de otro con similares signos y síntomas.
Y sólo hay una forma de hacerlo, la investigación con el método científico que nos permita obtener las relaciones entre las variables (características definitorias y diagnóstico) estadísticamente significativas.

Pero normalmente no es suficiente un “brainstorming” de diagnósticos en base a la sintomatología, hay que confirmar el diagnóstico, y para ello se nos abren dos caminos, no excluyentes per se,  que House también explora.

Se puede confirmar la presencia real del diagnóstico (nuestra etiqueta diagnóstica) con pruebas complementarias o diagnósticas (una radiografía ante una sospecha de fractura ósea, por ejemplo) y que pueden ir desde el “simple” pase de una escala validada a pruebas con isótopos radiactivos, beneficiándonos en muchas ocasiones de la sinergia de dos o más de ellas.

Otra vía, que, como decimos antes, puede seguirse para confirmar el diagnóstico, es la búsqueda de la etiología, la causa que produce, en nuestro caso, la respuesta humana. Hablamos de los factores relacionados si al lenguaje de NANDA-I nos referimos. Habrá respuestas humanas que sólo tengan una etiología, otras pueden ser consecuencia de varias causas, pudiendo tener su origen en un caso particular en un sólo factor relacionado o ser multicausal. Conocer la etiología puede enfocar nuestras intervenciones hacia una u otra dirección, en vías de eliminar el agente causal siempre que sea posible.

En ocasiones la etiología es conocida (un traumatismo, una ingesta inferior a las necesidades metabólicas…) y otras veces tenemos que descubrirlo (House lo busca en el plomo de la pintura de juguetes o paredes…) y, de nuevo, además de poder hallarla con la entrevista clínica y la exploración física, la buscaremos con pruebas complementarias.

Por supuesto, las pruebas complementarias, ya sean para confirmar la presencia de una respuesta humana o de un factor relacionado ha de estar validada y, de nuevo, eso se consigue sólo con la investigación científica.

Como más de uno ha podido deducir, en ocasiones la confirmación del diagnóstico y de la etiología se realiza con la misma prueba diagnóstica…pero a veces no.

Un ejemplo bastante clarificador, inspirado en un artículo de López Moyano, puede ser el siguiente:
Nos encontramos con una persona con disnea de esfuerzo e informes verbales, por parte del paciente, de debilidad. Podríamos enunciar, como hipótesis diagnóstica, intolerancia a la actividad, pero tendríamos que confirmarlo.

Sabiendo que se refiere a “insuficiente energía fisiológica y psicológica para tolerar o completar las actividades diarias requeridas o deseadas” debemos realizar una prueba validada que nos permita confirmar que no puede completar o tolerar las actividades requeridas, por ejemplo, el test de paseo o de los seis minutos.
La realización de la prueba, aparte de confirmar el diagnóstico, puede permitirnos obtener más características definitorias, como presión arterial y/o frecuencia cardiaca anormales en respuesta a la actividad.

Sin embargo, la etiología no la delimitamos con esta prueba. En el caso de este diagnóstico los factores relacionados que nos ofrece la NANDA-I son poco específicos y muy generales y ambiguos, tales como “desequilibrio entre aportes y demandas de oxígeno” (una vez más la investigación es necesaria como el respirar). Dicho desequilibrio puede deberse a alteraciones cardiacas, respiratorias, problemas en el transporte de oxígeno (anemias)…y para confirmar cúal es la causa subyacente requeriríamos de la realización de ecocardiografías, analíticas sanguíneas, electrocardiogramas, pruebas de esfuerzo, espirometrías… resultándonos muy útil las pruebas que realizan los compañeros médicos mientras el modelo medicalizado de nuestra sanidad no nos permita solicitarlas por nosotros mismos, siempre teniendo en cuenta la relación coste-beneficio y no como nuestro amigo House, que realiza pruebas diagnósticas o se empeña en abrir en canal a un paciente, como quien hace sudokus.

Los frentes abiertos son muchos, la investigación debe ser el pan nuestro de cada día, no podemos posponer (por no parecer más pedante aún, no escribo procrastinar) el debate, sin prisas pero sin pausas y con todas las cartas sobre la mesa, acerca de lo más árido, por su carácter abstracto de la enfermería, del marco conceptual, de la filosofía misma de nuestra disciplina y, por supuesto, debemos trabajar por conseguir una mayor precisión diagnóstica, que nos permita ser más eficientes y seguros en la consecución de resultados de salud centrados en la persona/usuario/enfermo/paciente, único y gran objeto de nuestro trabajo.
En la práctica todo comienza con la valoración, de la que es parte importantísima la entrevista clínica, porque, contradiciendo a House, no todo el mundo miente.

Foto : EL MUNDO

martes, 27 de marzo de 2012

Nubes y claros

No me dispongo a predecir el tiempo climatológico que tendrá nuestro país en las cercanas jornadas “semanasanteras”, el título de esta entrada hace referencia a las sensaciones sobre mi profesión, mis compañeros y yo mismo, que tengo de un tiempo a esta parte.

Por supuesto, no es la primera vez que percibo una dualidad inquietante, por lo extrema, en la enfermería, si bien, creo que es la única en que, en pocos días, he pasado, como en una montaña rusa interminable, de tener una esperanza enorme en el futuro de nuestra disciplina a pensar que nada vale la pena y que, quizás, la mejor solución debería ser apagar la luz y cerrar la puerta despacito... y vuelta a empezar.

Quizás, esta especie de pseudotranstorno bipolar no diagnosticado, se vea agudizado por el ambiente de desengaño, desilusión y cabreo colectivo que estamos sufriendo en todos los ámbitos de nuestra sociedad y en el entorno laboral con más fuerza… o quizás no.

Puede que sólo sea una de las múltiples dualidades a las que estamos acostumbrados los enfermeros desde que nos encontramos, por unas u otras razones, atravesando el umbral de la escuela, ahora facultad, de enfermería, debatiéndonos entre actividades independientes e interdependientes, entre trabajo por tareas o por paciente (dilema, éste, cada vez, por fortuna, menos frecuente), DUE o ATS (o enfermero o practicante), tradición o progreso y, como gran estrella invitada, el modelo bifocal de Carpenito (Diagnóstico de enfermería o Problema de colaboración).
Con todo este historial y bagaje enfermero no ha de extrañarnos que existan, grosso modo, dos tipos de enfermeros que, juntos, suman a la enfermería en una disciplina llena de nubes y claros.

Empezaré por las nubes, con la intención de pasar cuanto antes el mal trago y terminar con el dulce, que nos debería dejar, espero, buen sabor de boca.

Las malas noticias, que no son nuevas, y que han estado nublando mi visión de la enfermería recientemente, son las de siempre.

Llevamos 35 años en la Universidad y, aún teniendo en cuenta las dificultades para acceder al máximo nivel académico (doctor) hasta hace poco tiempo, no hemos evolucionado, progresado, en nuestra disciplina como era de esperar.

Supongo que es común a muchas disciplinas la existencia de profesionales que, en su actividad diaria, no aspiran a nada más que a pasar cuanto antes, y con el menor esfuerzo, sus horas de trabajo, sin pensar, ni un momento, en hacer algo que pueda mejorar su labor o cuestionarse que su forma de trabajar no es la mejor y quizás debería plantearse un mínimo de formación, aunque no sea lo suficientemente continuada como sería deseable.  Pero, eso, como decía, es común a todas las disciplinas.

El problema aparece en toda su amplitud cuando su actitud, junto con otras, se filtra, empapando a toda la enfermería de un aura de poca, o ninguna, capacidad de resolución, hasta el punto de impedir que la sociedad vislumbre nuestra labor, más allá de la de chicos para todo y ayudantes del médico.
Sin embargo, mayor es el problema, de que sean tus propios compañeros los que vislumbren ese aura de incapacidad y miedo a tomar decisiones. Y, lamentablemente, pasa más veces de lo que parece.

Los profesionales enfermeros nos caracterizamos por ser la disciplina sanitaria que más autonomía pide e intenta que no se les vea como subordinados del médico, sin embargo, da la sensación de que es la que más dependencia tiene de los profesionales médicos, la que no decide hacer nada que no esté protocolizado o anotado en una prescripción médica.
Sé que no todo es así, pero eso forma parte de los claros.

Es significativo que disciplinas que se han desmembrado, en el último siglo, de la enfermería, su rama madre, proporcionan una imagen más independiente y madura que la disciplina de la que nacieron. Hablamos de odontología, fisioterapia y podología. Su aspecto de disciplina y profesión independiente, aunque relacionada, con la medicina está a años luz del de la enfermería.

A estos profesionales acude la población directamente, sin intermediarios. Sin embargo, ¿cuántas personas acuden a un enfermero sin que los derive un médico?
¿Para qué van a venir si no es para tomarles la tensión o para ponerles un inyectable? ¿Acaso sirve un enfermero para otra cosa?
¿Qué van a pensar si ven que muchos enfermeros no son capaces de coger un bisturí y drenar un absceso o extirpar un quiste subcutáneo, a pesar de que la cirugía menor pueden realizarla perfectamente? ¿Qué van a pensar si el enfermero deriva al médico a una persona por una leve deshidratación que se soluciona con un aumento de la ingesta oral de líquidos? ¿Qué van a pensar si muchos enfermeros no son capaces de auscultar los pulmones en busca de secreciones para planificar un mejor drenaje de éstas y una eficaz limpieza de las vías aéreas? ¿Qué van a pensar si los profesionales que más técnicas realizan nunca las hacen como consecuencia de una planificación/tratamiento propio o, simplemente para realizar una valoración enfermera que nos ayude a delimitar el problema y darle solución desde nuestra disciplina?

Seguimos culpando a las grandes cargas de trabajo derivadas de las prescripciones médicas y a la poca visión de las distintas direcciones y gerencias (que también tienen parte de culpa) para no asumir que no realizamos intervenciones con autonomía a nuestros pacientes por miedo a la responsabilidad que hemos de asumir, porque nos dejamos arrastrar por la corriente ancestral de realizar sólo las tareas prescritas por otros profesionales e intervenir por nosotros mismos ante situaciones no esperadas y, siempre y cuando no tengamos un teléfono cerca para llamar al médico o salir por la tangente con el socorrido “pregúntele al médico cuando venga”, o, simplemente, porque no nos da la gana.
Pero, ¿de qué nos vamos a extrañar cuando muchos enfermeros empezaron a pasar alguna escala de valoración cuando la dirección de enfermería obligo a ello? Y lo hacen de forma mecánica, sin verle la utilidad al instrumento y/o las consecuencias del resultado.

En ocasiones, como con un sexto sentido, veo enfermeros muertos, autómatas que sólo siguen su programación establecida. Y me pregunto si puede existir un problema en la formación pregrado o somos demasiado influenciables por nuestro entorno laboral que nos hace renunciar a nuestros convencimientos previos y acabar integrando el rebaño que el médico pastorea.

Sin embargo, entre los nubarrones aparecen varios claros por los que se vislumbra un amplio y luminoso futuro, con enfermeros que innovan, que planifican sus cuidados, que investigan, que buscan la evidencia científica para incorporarla a su práctica. Enfermeros que solucionan problemas de salud o realizan prevención y promoción de la salud. Enfermeros que hablan con otros sobre como tratar mejor a un paciente. Enfermeros que diseñan y validan instrumentos de valoración, y utilizan los ya existentes, para diagnosticar y tratar mejor. Enfermeros que se meten en el “marronazo” de la administración, gestión, dirección…con el único fin de mejorar la atención al paciente y mejorar el trabajo enfermero, peleándose con quien haya que pelearse.

Y todo esto se está haciendo a día de hoy.

Hay quien dice que es normal esta dicotomía, que estamos en una fase de preciencia, que el futuro será mejor... sólo me preocupa la sensación de que quizás estemos haciendo algo mal y que ya deberíamos haber pasado, si no todo, si la mayor parte del periodo de preciencia. Otros parecen haberlo hecho con, a priori, los mismos handicaps que nosotros.

Imagen obtenida de: www.imagenespedia.com