
Una de las herramientas para
detectar problemas de calidad es la visión del usuario, ya sea mediante
informes, encuestas y/o las sugerencias y quejas en el Servicio de Atención al
Paciente.
Sin embargo, no somos, o al menos
yo no lo era, conscientes de la importante repercusión en las personas a las
que atendemos y sus familiares, de cosas, para nosotros, nimias o no tan
nimias. Tampoco lo somos de la importancia de la retroalimentación en nuestra relación terapéutica
enfermero-paciente/familia ni de lo difícil que es “ponerse en su piel” que diría Henderson y que nuestra
compañera Rosa nos recuerda continuamente en su blog Enfermera 2.0: la mirada enfermera.
Nuestro conocimiento del entorno
hospitalario, sus técnicas y todo lo relacionado con la salud y la enfermedad y
las ingentes cargas de trabajo nos dificultan el ponernos en la piel del otro,
pero hay que lograrlo, dando alas a esa retroalimentación y la oportunidad de
que el paciente y su familia nos hablen claramente de lo que ellos ven,
piensan, sienten y padecen en nuestro intimidante entorno laboral. Más cuando se
encuentran bajo el efecto de un importante factor que afecta a varios aspectos
de la vida del paciente ingresado y de sus familiares.
Recientemente he vivido, como
persona allegada, la aventura de unos ingresos hospitalarios y he visto y, en
ocasiones recibido, con la confianza y sinceridad con la que no nos hablan
cuando estamos en el otro lado (porque somos completos desconocidos), las
quejas, sugerencias, agradecimientos que surgen durante el proceso.
He de confesar que se han
producido numerosos eventos adversos y que las quejas, la mayoría de las veces,
estaban muy justificadas y, en otras, se debían al desconocimiento y a la
ansiedad que producen situaciones a las que uno no está acostumbrado y no
encuentra explicación ni, “por educación”, la solicitan, quedando, por tanto
sin resolución.
Algunos eventos adversos no llegaron
a tener consecuencias porque estaba yo, que, con la ventaja que supone el
conocer la Historia Clínica,
el acceso como profesional y compañero a los recursos y trabajadores, el
conocimiento del entorno, tan hostil para los ajenos a él y, en definitiva, de
los recovecos de la asistencia hospitalaria. Aún me pregunto ¿qué habría pasado
de no estar un enfermero entre los allegados?
A modo de resumen os listaré algunas
de las cosas que sucedieron:
-
No reiniciación de anticoagulación oral (suspendida por
INR elevado) por no solicitud de estudio de coagulación en la analítica por su
médico. Nadie se dio cuenta, ni siquiera las enfermeras que tenían que darle la
medicación. Una vez solucionado y al preguntar al paciente el porqué de no
preguntar por la anticoagulación, me responde que si no le daban la medicación
anticoagulante sería “porque seguiría alta”. Ni él ni los familiares
preguntaron por los resultados, ni por el fármaco anticoagulante. Está claro
que algo estamos haciendo mal.
-
Retraso en la
información sobre los resultados de una prueba de imagen importante por que el
médico de guardia “no es capaz de localizar el informe en la historia clínica
electrónica” y así lo refleja en la misma. Algo estamos haciendo mal si
profesionales con largo tiempo trabajando con esta historia clínica electrónica
no saben manejarla perfectamente.
-
Indicar al paciente que debe permanecer en ayunas por
una prueba que no se realizaba ese día. Algo estamos haciendo mal cuando los
familiares me llaman a mí para comprobar si son necesarias esas ayunas que le
parecen extrañas, en lugar de consultarlo con la enfermera de ese turno.
-
Trasladar desde el Servicio de Urgencias a UCI a un
paciente en estado crítico, habiendo informado el médico con anterioridad que
existía posibilidad de fallecimiento, sin comentárselo a la familia que entra
al box al ser requeridos por los profesionales y encuentran la cama donde
estaba el paciente vacía, pensando que había muerto, mientras esperan que
llegue el médico que les ha llamado. Algo estamos haciendo mal.
Lo curioso es que no se produjo
ninguna reclamación formal y ni tan siquiera se comentó a los profesionales por
el paciente ni por la familia, por lo que era imposible que se conociera el
caso por la institución y otros profesionales para evitarlo en el futuro.
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