domingo, 10 de junio de 2012

Viéndolas venir


Lo hemos oído, lo hemos leído. El cambio es inevitable por muchas razones, como nos explica perfectamente Juan F. Hernández Yáñez en multitud de entradas de su blog.

Todos, más o menos, lo tenemos claro. El paciente debe ser el centro del Sistema y deben realizarse los cambios necesarios para ello, pero debe haber otros cambios que permitan conseguir una mejor atención y una obtención de resultados en salud más eficaces.

Una de esas transformaciones, quizás la más difícil y la más necesaria, es que el profesional sanitario que recibe al paciente, el que lo guía y acompaña por todo el proceso y el que pone en relación al resto de profesionales que deban ser consultados por el bien del paciente, debe ser la enfermera.

Otros países ya lo están haciendo, otros están en vías de ello y otros, como el nuestro, apenas ha dado los primeros pasos.

Como sucedió en la revolución que supuso el paso de la hegemonía de la teoría geocentrista a la heliocentrista, abanderada por Copérnico (s.XVI) y Galileo (s.XVII), los detractores responden a diversas circunstancias tales como perder el lugar preeminente, el miedo a las consecuencias del cambio de modelo y de lugar en el sistema…o simplemente el innato rechazo a los cambios al que los seres humanos somos tan propensos. Esto va por las profesiones médica y enfermera, así como por los gestores y políticos que deben tener un gran protagonismo en el cambio de modelo asistencial.

La crisis, y las decisiones políticas que excusándose en ella, han tomado los gobiernos nacional y autonómicos en el Sistema Sanitario español, pueden estar pisando el acelerador para que el proceso deba iniciarse cuanto antes.

Vemos, y hemos visto, comportamientos que responden, o parecen responder, a lo inminente del cambio, como los ataques de Juan Gervás a las enfermeras y su trabajo en Atención Primaria, la incomprensible oposición y, por ende, el desarrollo de una Ley del medicamento que obstaculiza el desarrollo de la prescripción enfermera y a la que ha respondido el Foro de la Profesión Enfermera, las peticiones del Foro de la Profesión Médica de que el Ministerio de Sanidad cuente “siempre con los médicos” para asegurar la sostenibilidad del Sistema Sanitario.

Asistimos, por el lado de los que consideran que debe producirse el cambio, además del ya mencionado blog de Juan F. Hernández Yáñez, al blog El EnfermerCtivista de Carlos Núñez y su iniciativa de realizar una hoja de ruta a través del documento, creado por las enfermeras, de Google Docs  y al Foro de la Profesión Enfermera, que ya hace tiempo hizo público su Manifiesto entre otros.

Las enfermeras llevamos tiempo intentando hacernos visibles, no con todo el acierto del mundo, ante la sociedad y la “res publica” y considero un punto de inflexión, como decía en el post anterior, la concentración ante el Ministerio de Sanidad del 26 de Mayo.

Hay movimiento, orbitamos, lenta y casi imperceptiblemente alrededor del centro de nuestra galaxia (el paciente) y, aún, giramos alrededor del profesional médico (en unos ámbitos más que en otros). Nuestra órbita, erráticamente, comienza a sufrir cambios y, definitivamente nos situará en el lugar que corresponde para que el sistema sea más eficiente, aunque todos sigamos girando alrededor del paciente.

Tenemos dos opciones, quedarnos esperando lo inevitable y conformarnos con lo que al final ocurra o ser parte activa del cambio y luchar porque las enfermeras seamos las que decidamos, con el resto de actores, que nuevo Sistema vamos a configurar.

Los cimientos sobre los que alzar la Nueva Enfermería, mejor o peor nivelados, están hechos y, como el documento de la Hoja de Ruta parece demostrar, los inquietos, comprometidos, pensadores…de nuestra profesión tenemos muy claros los puntos a los que no se deben renunciar.

Las revoluciones (que no son otra cosa que cambios o re-evoluciones) no pueden pretender buscar el consenso con todos los miembros de una profesión, los líderes (¿de verdad hay que buscarlos? Creo que ya están encontrados) han de iniciar el movimiento y dirigir las tropas en las maniobras precisas para que el cambio sea lo menos traumático posible y lo más beneficioso para el paciente y las enfermeras.

Y siguiendo a Machado, “Caminante no hay camino, se hace camino al andar”, sólo resta decir una cosa:
¡ANDEMOS YA!
Marquemos estrategias a seguir y actuemos. Se nos acaba el tiempo si no queremos ser meros espectadores.