Lo
hemos oído, lo hemos leído. El cambio es inevitable por muchas razones, como
nos explica perfectamente Juan F. Hernández Yáñez en multitud de entradas de su
blog.
Todos,
más o menos, lo tenemos claro. El paciente debe ser el centro del Sistema y
deben realizarse los cambios necesarios para ello, pero debe haber otros
cambios que permitan conseguir una mejor atención y una obtención de resultados
en salud más eficaces.
Una de
esas transformaciones, quizás la más difícil y la más necesaria, es que el
profesional sanitario que recibe al paciente, el que lo guía y acompaña por
todo el proceso y el que pone en relación al resto de profesionales que deban
ser consultados por el bien del paciente, debe ser la enfermera.
Otros
países ya lo están haciendo, otros están en vías de ello y otros, como el
nuestro, apenas ha dado los primeros pasos.
Como
sucedió en la revolución que supuso el paso de la hegemonía de la teoría
geocentrista a la heliocentrista, abanderada por Copérnico (s.XVI) y Galileo
(s.XVII), los detractores responden a diversas circunstancias tales como perder
el lugar preeminente, el miedo a las consecuencias del cambio de modelo y de
lugar en el sistema…o simplemente el innato rechazo a los cambios al que los
seres humanos somos tan propensos. Esto va por las profesiones médica y
enfermera, así como por los gestores y políticos que deben tener un gran
protagonismo en el cambio de modelo asistencial.
La
crisis, y las decisiones políticas que excusándose en ella, han tomado los gobiernos
nacional y autonómicos en el Sistema Sanitario español, pueden estar pisando el
acelerador para que el proceso deba iniciarse cuanto antes.
Vemos,
y hemos visto, comportamientos que responden, o parecen responder, a lo
inminente del cambio, como los ataques de Juan Gervás a las enfermeras y su
trabajo en Atención Primaria, la incomprensible oposición y, por ende, el
desarrollo de una Ley del medicamento que obstaculiza el desarrollo de la
prescripción enfermera y a la que ha respondido el Foro de la Profesión Enfermera,
las peticiones del Foro de la Profesión Médica de que el Ministerio de Sanidad cuente “siempre con
los médicos” para asegurar la sostenibilidad del Sistema Sanitario.
Asistimos,
por el lado de los que consideran que debe producirse el cambio, además del ya
mencionado blog de Juan F. Hernández Yáñez, al blog El EnfermerCtivista de
Carlos Núñez y su iniciativa de realizar una hoja de ruta a través del
documento, creado por las enfermeras, de Google Docs y al Foro de la Profesión Enfermera,
que ya hace tiempo hizo público su Manifiesto entre otros.
Las
enfermeras llevamos tiempo intentando hacernos visibles, no con todo el acierto
del mundo, ante la sociedad y la “res publica” y considero un punto de
inflexión, como decía en el post anterior, la concentración ante el Ministerio
de Sanidad del 26 de Mayo.
Hay
movimiento, orbitamos, lenta y casi imperceptiblemente alrededor del centro de
nuestra galaxia (el paciente) y, aún, giramos alrededor del profesional médico
(en unos ámbitos más que en otros). Nuestra órbita, erráticamente, comienza a
sufrir cambios y, definitivamente nos situará en el lugar que corresponde para
que el sistema sea más eficiente, aunque todos sigamos girando alrededor del
paciente.
Tenemos
dos opciones, quedarnos esperando lo inevitable y conformarnos con lo que al
final ocurra o ser parte activa del cambio y luchar porque las enfermeras
seamos las que decidamos, con el resto de actores, que nuevo Sistema vamos a
configurar.
Los
cimientos sobre los que alzar la Nueva
Enfermería, mejor o peor nivelados, están hechos y, como el
documento de la Hoja
de Ruta parece demostrar, los inquietos, comprometidos, pensadores…de nuestra
profesión tenemos muy claros los puntos a los que no se deben renunciar.
Las
revoluciones (que no son otra cosa que cambios o re-evoluciones) no pueden
pretender buscar el consenso con todos los miembros de una profesión, los
líderes (¿de verdad hay que buscarlos? Creo que ya están encontrados) han de
iniciar el movimiento y dirigir las tropas en las maniobras precisas para que
el cambio sea lo menos traumático posible y lo más beneficioso para el paciente
y las enfermeras.
Y
siguiendo a Machado, “Caminante no hay camino, se hace camino al andar”, sólo
resta decir una cosa:
¡ANDEMOS
YA!
Marquemos
estrategias a seguir y actuemos. Se nos acaba el tiempo si no queremos ser
meros espectadores.
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