Me siento, hoy, ante la pantalla, con la difícil tarea de cerrar el círculo, de dar fin a la hexalogía en la que yo mismo me enredé y que, he de reconocerlo, tenía ganas de finalizar.
A mi favor juega que nadie espera el malabarismo de transformar a un adolescente repelente en uno de los villanos más carismáticos de la galaxia muy, muy lejana y así no defraudaré las expectativas de nadie.
Sí, me propongo, finalizar como empecé. Esperando, eso sí, no autoplagiarme demasiado.
Esta entrada puede acabar siendo un corolario (esta palabra siempre me ha recordado a las flores), más que un episodio más cargado de nuevo contenido.
Lo más importante para los enfermeros es realizar el Proceso de Atención de Enfermería, es decir, utilizar un método estructurado que nos permite emitir un juicio clínico sobre la situación vital de las personas, las familias y/o las comunidades y, a partir de él marcarnos unos objetivos y realizar las intervenciones necesarias para alcanzarlos, siempre basándonos en el más reciente y fiable conocimiento científico y, sin olvidar ni ignorar, los intereses de los enfermos (entendiendo a estos como los sujetos a los que sirve la Enfermería, eliminando las connotaciones de enfermedad como patología según ya comentamos en otra entrada).
El Proceso de Atención de Enfermería (PAE) puede hacerse en cualquier idioma, en cualquier condición y lugar. Sin embargo, como disciplina científica que somos es preciso y necesario que transmitamos nuestro trabajo, nuestros descubrimientos, nuestros pensamientos, nuestros PAEs, efectivos o no, al resto de enfermeros del mundo entero, promoviendo un crecimiento común que, siempre, será mayor que la suma de las partes.
Para ello necesitamos un lenguaje común.
En un sencillo símil, podemos considerar el Proceso de Atención de Enfermería como el Pensamiento.
El Pensamiento puede ser abstracto o podemos descubrirnos “pensando en palabras”, consiguiendo hacer más asible, tangible, accesible. Esas mismas palabras nos permiten transmitir nuestro pensamiento al resto de las personas. Las palabras no pueden sustituir al pensamiento ni realizar su función. De hecho están a distinto nivel y las palabras son una sombra accesible del Pensamiento oculto a nuestros ojos en el fondo de la cueva.
Eso es el lenguaje NNN, un mero vehículo o traductor del PAE, una mísera sombra que nos ayuda a captar una mínima esencia de nuestro verdadero método de trabajo como enfermeros.
El lenguaje puede, y debe, mejorarse para minimizar las pérdidas en la transmisión o traducción del mensaje (el PAE) original.
La investigación enfermera debe, principalmente, enfocarse a proporcionar al Proceso de Atención de Enfermería, en cualquiera de sus fases. Es decir, el fin último ha de ser mejorar el trabajo (no sólo asistencial) con el enfermo, elevar hasta lo ilimitado la calidad de los cuidados utilizando la Ciencia para obtener los conocimientos que nos garanticen valorar, diagnosticar, establecer objetivos, realizar intervenciones y evaluar todo el proceso en general y cada una de sus partes de la mejor forma posible en un momento determinado.
Esas mismas investigaciones nos llevarán a mejorar y validar esos lenguajes necesarios para comunicarnos y, en parte, hacernos asequible el abstracto proceso o pensamiento enfermero.
En definitiva, es importante tener claro la dicotomía lenguaje-proceso y la simbiosis entre ambos conceptos para no perdernos en discusiones bizantinas.
Todas estas investigaciones o estudios no deben ser fenómenos aislados, todos ellos han de ser la base de teorías y de modelos de un nivel mayor de los que, desde hace mucho tiempo, la Enfermería es huérfana y se ha arrimado al padre adoptivo más conveniente (o no) en cada momento.
Es hora de pensar a lo grande, es el momento de avanzar dejando de confundir las ovejas churras con las merinas que inician sangrientas disputas como las de Babel.
Porque es el tiempo y la hora, continuemos construyendo la Disciplina enfermera.Imagen obtenida de http://www.laprensa.com.ni/blog/2010/07/23/%C2%BFdios-creo-al-hombre-o-el-hombre-creo-a-dios.html
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