Desde que comenzó la crisis nos bombardean cada día con la insostenibilidad y el mal uso del Sistema Sanitario español.
Los mass media y algunos sectores de la sociedad exponen el problema en una sola dirección, la masificación y mal uso de los recursos sanitarios que elevan el gasto farmacológico y tecnológico.
La culpa es del ciudadano. Hagámosle pagar por cada servicio y se habrá solucionado el problema. Se nos olvida que el Sistema Nacional de Salud se financia con los impuestos de todos los ciudadanos, pero para algunos no es importante recordarlo.
La culpa es del ciudadano. Hagámosle pagar por cada servicio y se habrá solucionado el problema. Se nos olvida que el Sistema Nacional de Salud se financia con los impuestos de todos los ciudadanos, pero para algunos no es importante recordarlo.
También se olvida que gran parte, la mayoría, de la responsabilidad del incremento del gasto sanitario corresponde a sus gestores. Desde el Ministerio de Sanidad al último trabajador que debe tender a la eficiencia, pasando por consejeros, gerentes, directores, subdirectores…
Muchos usuarios de los Servicios de Salud españoles se limitan a hacer lo que se ha inculcado desde el sistema biomédico o medicalizado actual.
La prevención mediante fármacos (incluso de dudosa eficacia en comparación con los riesgos); la consulta en el Servicio de Urgencias Hospitalarias (cuando no se moviliza al Sistema de Emergencias, incapacitando a las unidades de SVA, para acudir a una verdadera Emergencia) por un simple síncope de segundos de duración; la desinformación, (a veces pienso que interesada) de los verdaderos síntomas por los que acudir a un servicio de Urgencias y la cada vez más creciente práctica de la conocida como Medicina Preventiva (que acaba ingresando, con el gasto consecuente, durante meses, a personas que podían continuar en su domicilio por el mero hecho de que la familia lo exige porque “no aguanta más a la vieja”, se fomentan desde el propio Sistema de Salud.
Las personas se han convertido en pacientes tecno y farmacodependientes, llegando a forzar a su médico la solicitud de pruebas de imagen, laboratorio o prescripción de fármacos “por si acaso”.
O se llega al extremo de alimentar por vía enteral o parenteral a un enfermo terminal, ya agonizante, al que no se le retira la nutrición hasta después del exitus. La cuestión es alargar la vida, incluso después de que ya no quede mecha para mantener la llama viva. ¿Qué más da que se traduzca en un aumento descomunal del gasto por aparición de problemas iatrogénicos como infecciones por bacterias resistentes o por el mero hecho de estar utilizando los recursos de una hospitalización?
Pero desde hace medio siglo no es “cool” tener al moribundo en casa, no sea que se traumaticen los familiares por ver un proceso natural. Los, hasta ayer, factores de riesgo se definen hoy como enfermedades y aparecen en la Clasificación Internacional de Enfermedades (CIE), como parece haber sucedido con la hipertensión.
O se llega al extremo de alimentar por vía enteral o parenteral a un enfermo terminal, ya agonizante, al que no se le retira la nutrición hasta después del exitus. La cuestión es alargar la vida, incluso después de que ya no quede mecha para mantener la llama viva. ¿Qué más da que se traduzca en un aumento descomunal del gasto por aparición de problemas iatrogénicos como infecciones por bacterias resistentes o por el mero hecho de estar utilizando los recursos de una hospitalización?
Pero desde hace medio siglo no es “cool” tener al moribundo en casa, no sea que se traumaticen los familiares por ver un proceso natural. Los, hasta ayer, factores de riesgo se definen hoy como enfermedades y aparecen en la Clasificación Internacional de Enfermedades (CIE), como parece haber sucedido con la hipertensión.
El debate está en la mesa desde hace muchos años, un interesante documento sobre los devastadores efectos de la medicalización y su relación en el aumento del gasto sanitario se publico ya en 2003 y se reeditó en 2007 AQUÍ . Muchos más siguen publicándose avisando de los riesgos de la imparable medicalización. AQUÍ
La gestión de la Salud desde el modelo medicalizado, que etiqueta todo proceso vital como patología o amenazando con la aparición de una, sólo puede tener réplica con una gestión centrada en la persona, no en su patología.
Un Sistema Sanitario que permita a las personas vivir de la mejor manera posible los normales procesos vitales, la adolescencia, la senectud, la respuesta a una pérdida significativa, aprender a controlar la diabetes y prevenir sus efectos adversos con una actitud vital, una conducta de salud, y utilizar la farmacología como colaborador para conseguir el resultado esperado, no como principal tratamiento, ha de ser la alternativa.
Un Sistema Sanitario que permita a las personas vivir de la mejor manera posible los normales procesos vitales, la adolescencia, la senectud, la respuesta a una pérdida significativa, aprender a controlar la diabetes y prevenir sus efectos adversos con una actitud vital, una conducta de salud, y utilizar la farmacología como colaborador para conseguir el resultado esperado, no como principal tratamiento, ha de ser la alternativa.
Sólo una profesión sanitaria puede promover y llevar a buen fin el cambio de gestión, de mentalidad y de finalidad del Sistema Sanitario: la Enfermería. Sólo ella tiene las herramientas y los recursos humanos para conseguirlo.
Desde que las enfermeras comenzaron a gestionar recursos han demostrado en incontables ocasiones que es posible obtener buenos resultados con menos gasto.
La crisis económica actual expone ante la radiante luz del día los importantes problemas de gestión de los Sistemas Sanitarios, permitiendo buscar soluciones y una de ellas puede ser situar más enfermeras en los puestos de gestión y decisión.
Sin embargo, la medicalización avanza más imparable que nunca en algunos lugares, quizás temerosa de estar dando sus últimos coletazos, como denuncia SATSE que ocurre en la Región de Murcia. AQUÍ
Tras 34 años como profesión universitaria, la Enfermería empieza a tener claro que está preparada, como nadie para gestionar los recursos sanitarios y no va a dejarse pisar tan fácilmente como hace algún tiempo. Ya hemos perdido la cofia y, con ella, los carteles que nos mandaban callar.
Es mas que evidente que los servicios sanitarios aumentan su gasto por la Medicina/enfermería defensiva. El sistema que no defiende al profesional lleva a ello. No se admite que las patologías una vez que se accede al sistema, no vayan a solucionarse con éxito. Por eso, desde primaria se deriva mucho más de lo necesario y en especializada vemos tremendos casos, en ocasiones, de encarnizamiento terapeútico.
ResponderEliminarPor otro lado, estoy completamente de acuerdo, le hemos extirpado al paciente/cliente, a la familia y a la comunidad la capacidad de autocuidado. Les hemos hecho, por A o por B completamente dependientes del sistema para todo. Ni los cuidados más básicos, que antes con muchos menos medios, daban las familias en el propio hogar se dan ahora. El acceso fácil y rápido a los servicios de urgencia (primaria/hospital) hace que el usuario refuerce su comportamiente de utilización y deje en manos de otros la responsabilidad. Ya no suplimos una necesidad en un momento puntual hasta que se recupere, ahora toda la parcela del cuidado depende del sistema, no del usuario. Lo mismo ocurre como hemos dicho, con los paliativos... se ha desnaturalizado completamente el proceso de morir, instrumentándolo e interviniendo en él hasta límites que no debieran aceptarse. Las familias, que se han ido haciendo dependientes, no se sienten con recursos para afrontar esta etapa natural y fracasan.
Pues aquí esta nuestro nuevo objetivo: devolver al paciente, familia y comunidad su capacidad de autogestionar su salud y de autocuidado. Cortar esta dependencia. Es esencial, para el paciente y para el sistema. Ya todos sabemos que aunque invirtamos más dinero no mejora la salud... así que habrá que ir pensando en quienes son los profesionales que deben liderar este cambio.